Mussolini comprendió la importancia que tenía solucionar las malas relaciones del Estado Italiano con el Vaticano, tirantez que venía desde la unificación italiana tras la que el Papa se negó a reconocer al nuevo Estado Italiano. Para acabar con esta situación, se firmaron los Pactos de Letrán (1929) entre Mussolini y el papa Pio IX. En síntesis los tres pactos recogían las mutuas concesiones: El Papa reconocía el Estado Italiano y a Roma como su capital, quedándo reducida la soberanía pontificia al territorio del Vaticano, palacio de Castel Gandolfo y a unas basílicas (Santa María la Mayor, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros); Mussolini, por su parte, declaraba a la religión católica como oficial del Estado y concedía al Vaticano una importante compensación económica.
Como se ve en la imagen, el periódico del Régimen (Il Popolo d´Italia) recogió la notición con gran alborzo, basta con observar la descripción de sus titulares