La principal reflexión que cabe hacer respecto a la modificación del sistema público de pensiones, independientemente del resultado, es que era innecesaria.
No hay ni una sola razón objetiva que justifique todo el paquete de medidas que se pactaron ayer, ninguna.
Así pues, ¿qué razones justifican que Gobierno y partidos de derechas en el Congreso vayan a aprobar esta reforma? La presión de los mercados.
Los mercados financieros necesitan dinero, al gobierno se le está acabando, no puede asumir más déficit ¿cómo lo resolvemos? Inyectando dinero privado a través de las contratación de planes privados de pensiones.
¿Cómo convencemos a la gente de que lo haga? Diciendo que el sistema público de pensiones está en serio riesgo de quiebra y adoptando una serie de medidas, en lo que podemos considerar el mayor ataque al estado de bienestar de la reciente historia de España, que debiliten la imagen de ese sistema.
Dicho y hecho.
Se pasa de 65 años de edad de jubilación a los 67, se amplía en dos años el periodo de cotización necesario para alcanzar el 100% de la pensión y se amplía el número de años para el cálculo de la misma hasta 25.
Pero claro, teniendo en cuenta que la gente cada vez empieza a trabajar más tarde, que los trabajos cada vez son más inestables y que los periodos de no cotización cada vez más amplios, ¿quién va a cobrar una pensión digna dentro de 50 años? Nadie.
Y así cerramos el círculo y resolvemos el tema principal, la inyección de capital privado al sistema financiero.
Se están cargando el sistema y lo saben.
Lo que no acabaré de entender nunca es porqué el PSOE, ahora que sabe que haga lo que haga va a perder las elecciones, se empeña en seguir haciéndole el trabajo sucio al PP.