Phil Jackson se retira de los banquillos de la NBA dejando el guión de su historia a medio acabar. A veces nos enojamos con razón cuando los tópicos hollywoodienses preparan un final de película sencillo, esperado, victorioso. La que desde el verano había sido anunciada como última temporada de Phil Jackson en los banquillos había sido creada en el imaginario del aficionado al baloncesto como un final de cine. Las crónicas que hablaran de su último partido NBA debían llevar el título de "Jackson se marcha a lo grande" o "El baile de la victoria", en alusión a las palabras de Jackson de que este sería "el último baile". Porque ahora sí que el Maestro Zen se va. Su primera marcha de Chicago Bulls respondió al guión de la película de héroes: otro último baile que el propio Jackson bautizó como "un vals precioso" sobre el parquet del Delta Center de Salt Lake City. Con protagonistas acaparadores y secundarios de lujo, el único pego es que el malvado de la película se salió con la suya, desmantelando la última gran dinastía del baloncesto profesional estadounidense, cerrando la puerta a la renovación de Jackson, Pippen y Rodman y empujando a Michael Jordan a una retirada forzada y posteriormente demostrada que era equívoca. Ahora no existen malvados como aquel directivo rechoncho llamado Jerry Krause, sino que ha sido una cuestión decidida sobre la cancha de baloncesto. Por eso nos sorprende que el final a la carrera de Phil Jackson no se coronara con su anillo número 12 como entrenador (13 en total).
Por suerte esta mañana al despertarme he acudido rápido hacia la videoteca de mi disco duro portátil y me he puesto a visualizar qué tenía por ahí. Dentro de mi manía ordenada y casi enfermiza, voy abriendo carpetas dentro de carpetas para lograr dar con el objetivo de la búsqueda desesperada a las 8 de la mañana: "dentro de Baloncesto está NBA, dentro de NBA tengo Temporada Regular, Playoffs y Finales. A ver, dentro de Finales... sí, 91, 92, 93, 96, 97, 98, 2000... Voy a probar con una (pero que no sean ni 97 ni 98, que tampoco nos regodeemos en el sufrimiento de mis Jazz), por ejemplo, 93". Y sí, ahí estaba, de pie en la banda con manos en los bolsillos y media sonrisa ante una falta más que dudosa sobre Charles Barkley, "El Gordo". Y está Jordan, y Pippen. Y hasta Danny Ainge. Sigo abriendo carpetas y voy dando con partidos donde vuelven todos esos que hoy disfrutan de un lujoso retiro o incluso los que nos han dejado para siempre.
Los grandes de este deporte siempre viven. Y si no, cuando recurran a mí en forma de imágenes borrosas en mitad de una fría noche de fin de semana, podré levantarme, encender mi televisor y disfrutar de ellos, bajo el calor de una manta y ante unas palomitas, que para eso se han convertido en mitos. En leyendas.