LUCHA CANARIA Y A PARTE DEL PÚBLICO,
La Lucha Canariatiene características que la distinguen de los demás deportes, es una realidad bien conocida por todas aquellas personasque de una manera u otra, estamos en nuestro deporte vernáculo. Como luchadores, mandadores, directivos, colaboradores o simplemente como espectadores, sabemos que en la Lucha Canaria existen particularidades de las cuales no podemos ni debemos apartarnos.
Antes de hablar de técnica o de táctica debemos tener en claro, para siempre, que por sobre todas las cosas la Lucha Canaria es una actividad que excede el mero hecho de luchar. He coincidido siempre con aquellos que sostienen que la Lucha Canaria es una manera de vivir, formando y mejorando al individuo a través de ella, siendo esta honradez y respeto el punto de vista resaltado en cualquier terrero donde se practique.
Es justo reconocer que debemos estar atentos para que, con cualquier excusa, no se arrastren principios básicos sin los cuales no sería Lucha Canaria. Mucho se habla y se declama sobre el espíritu de la Lucha Canaria y su filosofía, casi de la misma forma en que luego, presenciando cualquier luchada, vemos cómo se vulneran esos principios. Porque si tuviésemos que definir el espíritu y la filosofía, nada más acertado que decir que la Lucha Canaria es un deporte honrado. Un deporte de hombres que de manera constante se enfrentan a la adversidad y que tratan de superarla con gran esfuerzo y una exagerada cuota de lealtad. Esta definición nos está mostrando que si bien el aspecto técnico es importante, no es el único ni el primero, siendo el respeto, la educación y el control de uno mismo, las cuestiones básicas para prepararse a disfrutar de nuestro deporte vernáculo.
Como mandadores o directivos de los luchadores debemos fomentar el respeto sin excusas, por el reglamento y por el espíritu de la Lucha, en el convencimiento de que ganar o perder dependerá de un sin fin de factores que a veces podremos controlar y otras no; pero lo que siempre dependerá de nosotros mismos será la corrección, la lucha limpia y el respeto. Pero para exigir todo esto a los luchadores, es fundamental que los que entrenamos y colaboramos cumplamos con el espíritu de la lucha respetando todo: a los propios luchadores, al reglamento, al árbitro, a los oponentes. Todo se respeta, enseñando a los luchadores que todos deben respetar todo. Y esto debe ser así para no caer en la confusión de los mensajes incomprensibles que desorientan a los luchadores jóvenes, cuando un luchador senior, con su falta de control y mala educación transgreden la filosofía de la Lucha Canaria. Luchadores que golpean, insultan o que hacen trampa en el juego.
Por más vueltas que le dé al asunto, llego siempre a la misma conclusión: el espíritu y la filosofía de la lucha canaria deberían ser la lucha limpia, la educación y el control de uno mismo. Entre la lucha sucia y la lucha fuerte,entre la mala educación y el respeto, existe un límite que todos conocen, más allá que sean sancionados o no. Eselímite no debe cruzarse jamás y así debemos entrenar, porque el valor de vencer adversidades en una luchada,deberá seguir siendo un sentimiento de orgullo que identifique al luchador de nuestro deporte vernáculo. El hombre y la mujer de la lucha canaria debenamar la lucha limpia y detestar la lucha desleal, por lo que los que colaboramos con los luchadores tenemos queser no sólo buenos técnicamente. Primero, debemos ser buenos maestros en el privilegio de enseñar la lucha canaria, quemás allá de ser un deporte para divertirse, es fundamentalmente una escuela de vida, una manera de vivir.
Debemos recalcar en las luchadas a cumplir el reglamento y de los principios de la lucha canaria,así ayudaremosa que así sea cuando les toque luchar, más allá de ganar o perder, estando todos mejor dispuestos para disfrutar de nuestra lucha, convencidos y orgullosos de pertenecer a un deporte que hace un culto de su único y particular espíritu: la educación y el control de sí mismo. Muchos podrán decir que está plagado de malos ejemplos al ver luchadas de algunos equipos y es justo reconocer que es así. Pero eso no significa que esté bien o que sea el ejemplo a seguir; por el contrario, todo lo deshonesto que se pueda ver, deberá servir para reafirmar que eso no es lucha canariay nos deberá estimular para ser cada vez mejores enseñando y transmitiendo lo que realmente vale: habilidad, fuerza, velocidad, coraje y, por sobre todas las cosas, respeto y lealtad. Creo que la tarea es dura, pero ¿qué no es duro en este deporte?Todo lo que podamos transmitir en ese sentido, los luchadoreslo agradecerán ya que ellos han elegido la lucha canaria porque es distinta a los demás deportes ynecesitan que así sea. Y esto nos obliga a todos los que participamos de la lucha canariay que no somos luchadores, a no transgredir su espíritu y sus principios ya que el mal ejemplo nuestro, embarca a los que lo luchan en violaciones básicas al código de honor. Existen mandadores que de manera inconsciente alientan desde afuera peligrosamente a sus luchadores, provocando consecuencias inmanejables en los equipos, siendo sus componentes los únicos perjudicados. De igual forma, los directivos y colaboradores de los clubes deberían estar más atentos a lo que sucede desde afuera de el terrero de lucha, donde permanentemente se ve a hombres notables de la lucha, a familiares de los luchadores e inclusive a luchadores y entrenadores de otras categorías, protestando airadamente sobre alguna jugada o fallo del árbitro que perjudica a su equipo, explotar en manifestaciones reñidas con las más elementales reglas de educación; y que transgreden, ofensiva y groseramente, los principios básicos del juego y predisponen peligrosamente a quienes están luchando.
Todos debemos estar absolutamente subordinados a la lucha canaria, que es lo mismo que decir subordinados a su espíritu o, de lo contrario, estaremos violando al propio deporte al que decimos pertenecer.La Lucha Canaria tiene un custodio natural: el luchador; los que no lo somos, debemos apoyarlos y formarlos sin confusiones.
Adaptación de Lalo Berasategui de un texto publicado en la revista del SIC (San Isidro Club, Bs. As. Argentina) en el año 1995, en el que el Negro Iglesias explica por qué el rugby es el juego del Respeto).