El agua, la roca y el pueblo

Publicado el 01 mayo 2019 por Carlosgu82

El día que me dijeron de que mi próxima experiencia viajera sería por tierras del Sur, levanté las cejas de emoción. No hay ciudad o rincón que no se disfrute hasta el final de cada viaje, y si ese final, o principio, son la denominada ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz, es doblemente alegre.

Setenil de las Bodegas

El camino que me llevó a Setenil de las Bodegas es como un anuncio de publicidad, de esos donde un cochazo viaja lentamente rodeado de vegetación por sinuosas curvas, a prueba de estómago; no llevo un cochazo, pero es perfecto para subir empinadas carreteras, rodeadas de olivos, hasta llegar a uno de los pueblos más singulares de España, declarado Conjunto Histórico y con una particularidad que lo hace muy especial, porque no es cosa cualquiera que muchas de las casas del centro urbano se encuentren incrustadas en la roca del tajo del río Guadalporcún, tener por techo un manto de rocas, hace de sus casas blancas que Setenil sea nombrado, en más de una ocasión, uno de los pueblos más bonitos del país y si, bien merece una visita.

Un soleado sábado de abril, es el que yo, y doscientas cincuenta personas más, hemos elegido, y decidido, que este pueblo deje de ser lo antes posible un rincón oculto para convertirse en la cuna de Nikon y Canon, y hacer que la calle Cuevas del Sol, se convierta en un hervidero de turistas «de tapas» en sus innumerables terrazas, sin olvidar que hay que comprar su famosa chacina; y con el estómago de esta manera, subir hasta lo más alto del pueblo,  para que sus amplios miradores te dejen con los ojos como platos ante de la inmensidad que nos rodea,  y cuando bajes de nuevo, mientras caminas por la calle Cuevas de la Sombra, reconozco que ha sido mi preferida, entres en una de sus pastelerías, y comer un buen trozo de Pastel de Setenil, uno de sus dulces típicos, ese que desearás amar las almendras por el resto de tu vida, no solo de rocas va una a vivir.

Rincones con Arte

Algo que no debe olvidarse entre foto y foto de techos de roca sobre comercios, casas y buena comida, es encontrar divertidos rincones, ¿ganadores? el de la calle más romántica del pueblo, Herrería, y su rincón «Bésame en este rincón» o la de Gibraltar Español, rodeada de macetas pintadas de lunares de colores, todo bajo la atenta mirada de su fortaleza nazarí, la Antigua Casa Consistorial hasta llegar a los restos romanos de Acinipo, su teatro y mirador, a escasos kilómetros del pueblo.

La provincia de Cádiz enamora por todos lados, y si por un momento quieres alejarte de sus maravillosas playas y adentrarte en la naturaleza,  Setenil de las Bodegas se convertirá en parada obligatoria en tu próxima visita; así, la que tardó siete veces en conquistarse (según cuentan de ahí viene su nombre, Septem-nihil, siete veces nada) será el pueblo el que te conquistará a ti.