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Cuando vi la portada y el autor no pude resistir la tentación de tener un nuevo habitante en mis estantes. Vázquez-Figueroa me gusta por lo que narra y por cómo lo narra.
En este caso comenzamos con su infancia marcada por la muerte de su madre. Más tarde, nos habla de su época en el desierto, donde el agua escasea y se considera el más preciado de los bienes. Ahí empieza el verdadero espíritu de la novela. El autor traslada al lector su preocupación por la escasez de agua en Canarias y en gran parte del planeta. Más allá de hacer una obra de ficción, Vázquez- Figueroa escribe sobre su vida, cómo llegó a ser escritor y sus esfuerzos y periplos en busca de agua.
Esta última parte, he de reconocer, que se me ha hecho más pesada porque proporciona datos y números que, si no eres experto en la materia, pueden hacer que pierdas el hilo. Aún así, he disfrutado mucho sumergiéndome en las páginas de este gran escritor, del que siempre aprendo algo nuevo.
¿Buscamos el agua prometida?