Sudor frío, angustia y palpitaciones sufrieron algunos tras constatar que, durante unos minutos que fueron eternos, los contadores estaban a cero y no se movían. A eso se le llama democracia igualitaria. Todos partiendo de nuevo en igualdad de condiciones y sin posibilidad alguna de poder enseñar a nadie nuestras ocurrencias del momento. La brecha se debió a que el sistema permitía que cualquiera pudiera conseguir seguidores sin su consentimiento. Para subsanar esa vulnerabilidad Twitter se vio obligado a eliminar todos los seguidores de forma temporal.
De Obama hacia abajo, todos medidos por el mismo rasero y sin nadie para poder contemplar la grandeza de nuestro ego. Uff, qué susto. Espero que no se vuelva a repetir porque el Twitter Zero puso a más de uno de los nervios.