El aire contaminado revela errores y soluciones

Por Karlosv9

El aire que respiramos, especialmente en las ciudades o en zonas cercanas a grandes autovías y centros industriales, está contaminado con compuestos volátiles y micropartículas que suponen un grave riesgo para la salud.

Con una actividad constructora que ha arrasado grandes superficies de zonas verdes y un tráfico de vehículos exagerado e innecesario, la calidad del aire que respiramos ha empeorado exponencialmente estos últimos años.

Las principales fuentes de contaminación, sobre todo de partículas cancerígenas, son el tráfico de vehículos motorizados y los sistemas de calefacción a gasoil.

Ambas fuentes pueden y deben ser sustituidas o, al menos, reducidas al máximo, para conseguir mejorar la calidad del aire que respiramos y la salud pública en general.

Son ya muchos los trabajos de investigación que demuestran los peligros de la contaminación del aire que respiramos.

Los resultados de dos estudios muestran que la contaminación atmosférica aumenta el riesgo de infartos cerebrales y acelera el envejecimiento cerebral.

Publicados en la prestigiosa revista norteamericana "Archives of Internal Medicine", ambos estudios muestran la nocividad de las partículas finas.

El primero de ellos se centra en la relación entre la exposición a las partículas finas (PM2,5) y el aumento del riesgo de sufrir un infarto cerebral.

Este riesgo es especialmente alto durante las horas siguientes a la inhalación y aunque la concentración de partículas no supere los niveles que determina como seguros la Agencia Estadounidense para la Protección de Medioambiente (EPA).

El estudio se realizó analizando 1.700 casos de infarto cerebral en 10 años (de 1999 a 2008) en la región de Boston. Estos análisis mostraban que el riesgo de sufrir este tipo de infarto aumentaba si se vivía en zonas cuya calidad del aire se situaba en el color rojo ( contaminación alta).

Los científicos han llegado a la conclusión de que el riesgo era mayor entre las 12 y 14 horas posteriores a la exposición al pico más elevado de contaminación. De esta forma, los científicos averiguaron cómo actúan las partículas en el organismo.

El infarto cerebral es la tercera causa de mortalidad en Estados Unidos.

Según los autores del estudio, con una reducción de un 20% de la contaminación atmosférica se hubieran evitado aproximadamente 6.000 casos de infarto cerebral en 2007 o el equivalente a 184.000 ingresos en hospitales del Norte de Estados Unidos.

El segundo estudio relaciona la contaminación del aire con el envejecimiento cerebral en las mujeres. Para llevar a cabo el estudio se contó con 19.500 mujeres de edades comprendidas entre los 70 y 81 años.

Las pruebas realizadas, basadas en el estudio de los conocimientos generales, la memoria, la atención, etc. se efectuaron por teléfono, realizándose tres llamadas cada dos años.

Los investigadores compararon los resultados con la exposición de las personas a las micropartículas cuyo tamaño es igual o inferior al de las PM2,5.

Los resultados demuestran una relación significativa entre el envejecimiento cerebral y una elevada y extensa exposición a la contaminación atmosférica.

Según los investigadores, la reducción de la contaminación atmosférica es imprescindible si el estado quiere reducir la carga que el envejecimiento cerebral en las personas mayores y la demencia representa para la sociedad.

Las partículas finas se clasifican como sustancias probablemente cancerígenas (grupo 2A, alta probabilidad cancerígena).

La relación entre la contaminación atmosférica y los problemas respiratorios y cardiacos se ha identificado de forma clara.

Los sistemas de calefacción y el transporte por carretera son dos de las principales fuentes emisoras de partículas finas, especialmente cuando se produce una combustión incompleta de gasóleo. Los motores diesel emiten el 87% de partículas (PM10) provenientes del tráfico, los motores de gasolina emiten un 12%.

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