La leyenda que rodea a este problema de ajedrez resulta bastante curiosa. Paolo Boi, il Siracusano, había jugado y perdido en varias ocasiones con una bella muchacha. Mientras estaba jugando con ella una nueva partida de ajedrez, se llegaba a la posición del primer diagrama. Fue en ese momento cuando Paolo Boi por revelación divina supo que la muchacha era el propio Satán. Entonces il Siracusano decidió ponerse a rezar para sus adentros y, en ese mismo instante, la inspiración divina le hizo concebir el siguiente plan ganador:
1. Txg7+ Rf6
2. Dxc6+ Txc6
3. Txc6+ Dd6
4. Txd6+ cxd6
5. Cc7
5... d5
6. Cxd5 Re6
7. Te7++
No sólo le daban jaque mate, sino que las piezas que quedaban sobre el tablero de ajedrez lo harían formando la señal de la Santa Cruz (ver diagrama con la disposición final).