La presencia de hierbas y condimentos se reduce repetidamente al papel de asistir, aunque varias tienen mucha importancia y pudieran ejecutar mucho más. Estos productos son muchas veces reducidos al suplir sus aceites y sabores a muchos productos aburridos. El ajo es posiblemente el mejor ejemplo, el cual pudiese jugar un papel principal y en lugar de dar sabor, ser condimentado y preparado de tal forma, que se merezca el plato para si mismo.
Tome tantos dientes de ajo como quiere tener disponibles para el disfruto. Eso pueden ser 5 cabezas. Pero piense en que al estar ya preparado, el mejor sabor será al comerlo fresco y no después de días. Sino hubiese también la posibilidad de usar el resto como una pasta para algún otro plato o para una sopa.
De la cáscara de los dientes corto lo menos posible, de forma que cada uno imparte de su sabor pero se mantiene protegido y no pierde su forma al ser cocinado.
los dientes se cortan de esta forma
- 3 cabezas de ajos completos
- 1/2 litro de vino blanco
- 100 g mantequilla
- 1 ó 2 ramos de romero (machacado)
- un poco de sal
- un poco de azúcar
- una cucharadita de café molido
Se calienta la mantequilla (a fuego medio) y se le hecha el romero y el café, un poco más tarde vienen la sal y el azúcar. Al final todos los ajos en la cáscara son añadidos, tomando cuidado que no se quemen en ningún lado. Cuando se han puesto brillantes, se les hecha el vino poco a poco y se deja cocinar a flama pequeña unos 40 minutos.
Cuando estén listos se pueden servir tibios y con unas pocas gotas de miel.
Ajo en Vino
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