El Alcalde, sus policías y las penurias socialesLa parada de autobuses está llena de policías. Muchos se encuentran sentados sobre las motocicletas, otros acostados entre el tanque de gasolina y el asiento, algunos recostados de las paredes. Unos cuantos caminan, se mueven, ríen, conversan, cotillean. En las mesas de los pequeños restaurantes del entorno también se ubican. Desde la penumbra de los establecimientos, como escondidos observan, espían, averiguan. La mirada la fijan en los transeúntes. El uniforme es de camuflaje, un rompecabezas de colores dispersos. Prevalece la intensidad del color gris. Boina roja, a veces, puesta en la cabeza. Como todo lo militarizado usan botas duras con el fin de pisar si es necesario con mucha fuerza sobre el devenir de las calles. Lógicamente: cascos, armas, escudos. Son demasiados en un mismo lugar. La presencia intimida. El traje trae a la memoria recuerdos del oscurantismo de los Estados Totalitarios. La ciudad considerada una de las más peligrosas del globo y ellos en grupo compacto en ese sitio, exactamente en la frontera entre municipios. Muro divisorio móvil.
Siempre hay charcos, corre el agua putrefacta por el sector todos los días del año, una historia sinfín de cañerías rotas. Se acerca un camión lleno de policías, frena repentinamente frente a la parada, al hacerlo llena de agua a quienes esperan el autobús. Le reclaman al conductor, el agente se baja, grita “¡soy humano y me puedo equivocar!”. No pide disculpas en lo absoluto, más bien se enfurece. Según él, no vio el evidente charco, el eterno. ¿Sadismo? ¿Disfrute? ¿Inquisición? En el fondo, prevalece esa idea atrofiada, “el que se altere mucho me lo llevo y listo”. En una sociedad acosada por desapariciones forzosas, ausencia de instituciones fiables e inexistencia de estado de derecho todo es posible, da miedo.
En medio de esas aguas residuales hay muchas bolsas de basura, cada acera de la larga avenida tiene cantidades de ellas. Todas están rotas, mucha gente las remueve buscando comida, intentando encontrar algo para vivir un rato más. Eso no lo ve el Alcalde viajero, tampoco los policías en función de socorrer, orientar. Solo están allí para reprimir en caso de que alguien se inquiete o proteste en los predios del jefe, más aún cuando está ausenten de la localidad. El informe diario debe decir: “todo está normal”.
Lorenzo Figallo Calzadilla @hmcaminanteNota de la redacción. Se hace constar que el autor del escrito NUNCA ha puesto nombre al Alcalde, que se especifica en el escrito, la redacción a incluido las imágenes de un ALCALDE actual, como ha podido de poner otras fotos, de cualquier otro alcalde, pues las situaciones descritas pueden darse en otras personas. Las imágenes son de dominio publico y están en google y salen en cualquier búsqueda.
“Las imágenes que salen en la portada y en el artículo, no son de responsabilidad del autor del escrito”TwittearEnviar este artículo a tus seguidores
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