Los ánimos en el pueblo andan muy caldeados porque algunos muñecos, imitadores de las fuerzas más vivas del lugar, han aparecido ahorcados en un alcornoque, eso solivianta sobremanera a los poderes fácticos, y desvela sus inquietudes al exigirle al sargento Domínguez una investigación tan inmediata como disparatada. Mientras tanto, el sargento y su mujer han de enfrentarse también a los deseos de independencia de Rafael, su hijo mayor, que quiere dejar de lado sus estudios a cambio de encontrar un primer trabajo.
El universo rural en todo su esplendor, las condiciones socioeconómicas como marco para una novela negra de las clásicas, y cuyo autor conoce muy bien esos orígenes del género en nuestro país. Sin cosmopolitismos ni modas, natural tal y como era la vida en la Andalucía de los cincuenta, pero con un estilo directo que lleva de la mano al lector junto a la perspicacia del sargento Domínguez.
Fernando Roye es capaz de ir más allá, y Carmelo Domínguez también, así que entra en escena su ya famoso instinto para enfrentarse a esas fuerzas vivas que se mueven como una piña, aunque descabezada. Y no será fácil, porque hay piedras en el camino incluso entre mismo cuerpo de la Guardia Civil, pero el sargento es mucho sargento y una vez más acertará en sus presagios, Fernando Roye puede estar seguro de tener un personaje hecho y duradero entre las manos.
El alcornoque de los muertos; Fernando Roye
Sin errata Editores, Barcelona 2015. 234 páginas.(Revista Letras de Parnaso, Núm. 42. Marzo 2016)