Cuando Sophie y Josh Newman dos adolescentes que vivnen en San Francisco, deciden ponerse a trabajar en verano para sacarse un poco de dinero, no se imaginan que los afables propietarios de la libería donde trabaja Josh, Nick y Perry Flemin, son en realidad los últimos guardianes de un libro mágico y milenario responsable del equilibrio del bien y el mal.
Mis queridos inmortales:
Para comenzar esta reseña he de admitir que, en un primer momento, dudé mucho de leer este libro que me fue recomendado por Thanatos (mi marido en el mundo mortal), pero iré al grano diciendo que no me arrepiento para nada. Como siempre, no he de adelantarles muchas cosas. Y así comencemos con la reseña del día de hoy.
Refiriéndonos a la trama, me parece que es algo sumamente bien trazado desde el inicio y no por ello deja de ser sencillo. Básicamente nos cuenta la historia de cómo los gemelos Newman se ven inmiscuídos en el mundo de la magia y la alquimia de la mano DEL Alquimista. Poco a poco nos van introduciendo en la mitología que todos podemos conocer gracias a una serie de renombres míticos que poco tienen que ver con su verdadera historia pero que, a la vez, están tan bien entrelasados que dejamos pasar ese hecho. Recordemos, al final del día, que es ficción en su mayor expresión. Por otro lado, ese hecho de que los personajes o nombres no tengan mucho que ver con su historia antropológica tampoco quiere decir que los cambien demasiado. Tienen ciertos rasgos de su persona antigua con ciertas cosas que, podría decirse, los adapta a las creencias del mundo moderno. A mi ver, es una gran muestra de imaginación y creatividad por parte del autor.
Hablando de los personajes (mi parte favorita), creo que tienen una evolución paulatina que, hasta el momento, no parece que termine en el primer libro, lo que es bueno ya que nos da razones para leer la saga entera. La relación que hay entre los gemelos es sumamente buena, entrañable como debe de ser pero con sus respectivas diferencias, lo que la hace humana y casi real. Lo mismo pasa con el matrimonio Flamel. Su relación parece paulatina, como si realmente hubieran pasado todo ese tiempo juntos para acostumbrarse mutuamente el uno al otro y que, a pesar de los siglos, se siguen descubriendo en cada paso. Eso me gustó mucho. Una cosa respecto a la que sí me he de quejar es la relación de Josh con Nicolas. De pronto, al rededor de la página trecientos, nos sueltan que él lo veía casi como el padre que no le presta atención. ¿De verdad? ¿Sin un precedente? ¿Ni siquiera una plática poco profunda antes de ser atacados la primera vez? Esto me sacó un poco de lugar pero, dentro de todo, me parece que incluso eso, soltado tan de golpe, puede ayudar en la trama.
Los villanos, con toda franqueza, me parecen bastante buenos. No son los clásicos malos que hacen todo sin corazón porque así lo dicta la ley de los cuentos de hadas. Al contrario, los tres villanos que se nos presentan en diferentes etapas del libro están ahí por razones personales que, de momento, se conjugan entre sí para intentar derrotar a los Flamel y Newman. De manera que, agradezco enormemente no tener a los típicos seres malvados sin razón aparente aunque, la verdad, es que su maldad puede llegar incluso a parecer justificada. No diré más al respecto para no arruinarles la trama. Pasemos a lo que sigue.
Los paisajes que llegan a nosotros a través de Scott son bien trazados. En un mundo mágico donde todo es nuevo hay que comentar con "pelos y señas" cada cosa que estás viendo. Michaell Scott lo hace en grande. Eso sí, me parece que tarda un poco en meternos de lleno al mundo que intenta trazarnos y que, si no se es muy paciente, uno puede incluso llegar a odiar el libro. Pero, para términos generales, las descripciones son detalladas, bien hechas y dejan lo justo a la imaginación siempre dándonos una guía certera de ese viaje que apenas comienza.