Tres museos en uno y donde brilla con luz propia la joya de la corona: el Altar de Pérgamo. Desde el lunes tendremos que esperar cinco largos años para redescubrir esta maravilla.
Por José Manuel Beltrán.
¡Ya ha llegado la crucial fecha!, bien es cierto que ampliamente difundida con antelación. El próximo lunes, 29 de setiembre, la sala estelar del Museo Pérgamo y que acoge la joya de la corona: el altar de Pérgamo, será cerrada al público visitante durante cinco años para dar paso a unas importantes obras de restauración.
Es en este museo, encuadrado en una de las más bellas zonas de Berlín, “La isla de los Museos”, donde se ubican las obras de mayor emblema y de más antigüedad de todo Berlín, exceptuando a la “gran faraona Nefertiti”, cuyo busto se expone en el Neues Museum (Museo Nuevo), a pocos pasos del Pérgamo.
Impresiona, ya tan solo con entrar a ella. Uno parece como perdido ante la inmensidad de su superficie y se pregunta ¿cómo es posible que esto esté allí? ¡No estoy en un museo, estoy en la antigua Turquía, allá por el año 180 a 159 Ac.!
La parte más importante de este conjunto lo representa su podio, y los frisos allí representados. La lucha de los dioses contra los gigantes; las deidades, junto a sus animales, rechazando las brutales acometidas de los hijos de la Tierra; la gran conmoción cósmica que sacudió el principio de los tiempos, como lo describen algunos historiadores.
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