¿Qué tienen en común "Electrónica para Clara" de Guillermo Aguirre (GA) (Lengua de Trapo, Madrid, 2010) y "El factor sentimental" de Rodolfo Rabanal (RR) (Planeta Biblioteca Sur, Buenos Aires, 1990)? Nada o mucho, si uno las acaba de leer y releer casi simultáneamente. Ocurrió así. Hace un mes un librero en Buenos Aires, de una de las grandes librerías de la Av. Corrientes, me destacó la reedición de una novela de RR y recordé cómo me había gustado "El factor..." cuando una década atrás (y a una década de haberse publicado) lo leí. Y me gustó tanto que lo regalé a la que entonces era mi chica. Lo cierto es que de la librería de Corrientes me fui con el firme propósito de releerlo (además porque durante estos años he ido comprando y acumulando una gran cantidad de libros de RR que no he leído y un buen comienzo podía ser esa relectura). Así que llegué a Madrid y me entregué a la tarea, interrumpida por otras. Así las cosas, cuando luego de muchos, muchos meses de ausencia, decido pasar por el Hotel Kafka. Allí como es costumbre me recibió Edu con un vaso de Jameson con mucho hielo y Guille que me puso al tanto de la buena nueva, la publicación de su esperada primera novela, "Electrónica...". Obvio que la compré para leerla y, también, para que Guille me la autografíe. Así lo hizo: "Para Poli, a ver si con un poco de suerte le da algo de envidia y deja de cambiarme narradores y de darle vueltas a la misma historia, y saca su novela de paseo". Nota la pie: con Guille compartimos hace algo más que un par de años (¡ya casi 4!) uno seminarios sobre literatura en el Hotel y cuando escuché un relato suyo descubrí una capacidad narrativa con una voz tan personal y potente que me impresionó y que preanunciaba un gran escritor.Esas son las historias que me llevaron a leer esas dos novelas simultáneamente y encontrar muchas coincidencias:
- Son, a su modo, dos historias de amor. Una transcurre en el Buenos Aires del "yuppismo" tercermundista, años de recuperación democrática e inestabilidad económica, la post primavera alfonsinista que ya prefiguraba al menemismo. La otra está ubicada en un Madrid apocalíptico, tipo Blade Runner (inspirado seguramente en el escenario de "Sangre a borbotones" de Rafa Reig), pero sucede en el mismo comienzo de este nuevo siglo.
- Las dos transmiten a la perfección el sentimiento de la época en que transcurren y de las generaciones que retratan. Nico, un porteño, entre los treinta y cinco y los cuarenta, que acaba de volver a Buenos Aires, luego de unos años en el exterior (USA), cuenta cómo se ve envuelto en una extraña relación sentimental/sexual entre su actual jefe, la mujer de este, una compañera de trabajo (médico socia de su jefe); al tiempo que vive una desafortunada historia de flechazo con otra mujer. Jonás, en cambio, es oriundo de Bilbao y hace cuatro años vive en Madrid, se mueve en un ambiente en el que la norma es el estado de permanente cambio de pareja, y de sexualidades pero a él sólo le interesa (está enamorado de) Clara.
- Hay un elemento que diferencia a las dos novelas que también habla de sus épocas: la estructura narrativa y el lenguaje. La de RR es una narración clásica en primera persona, que arranca con la escena que retoma al final y cierra; en el medio nos cuenta cómo llegó a esa situación y, también, nos informa sobre su pasado. La escritura de GA, por su parte, tiene las marcas de los tiempos que corren: fragmentos de diálogos, de situaciones, de crónicas, fragmentos; sin embargo, casualmente, también está narrado en primera y "Electrónica..." termina con la escena con la que empieza. El último punto sobre el lenguaje. "Electrónica..." tiene una potencia narrativa, sostenida por una prosa acorde. No sé qué cosa pero algo me hizo ruido, en esta relectura de "El factor..." a nivel de su prosa. No me animaría a calificar de cursi ciertos pasajes o giros o metáforas, tal vez sí algo manieristas. En serio que no lo puedo definir pero lo sentí extraño.
- Conclusión: corran a comprar "Electrónica para Clara" de Guillermo Aguirre y si lo tienen a mano relean "El factor sentimental" de Rodolfo Rabanal; yo, entretanto, voy a empezar con "La vida brillante" (Planeta Biblioteca Sur, Buenos Aires, 1993) y a pedirle a Guille que no deje de escribir. Nunca.