Adolf Hitler es un personaje tan conocido como controvertido. Un hombre que menospreciaba la vida de quienes consideraba untermenschen (subhumanos) y no dudaba en enviarlos a la muerte, pero que mostraba un profundo afecto por los perros que le acompañaron a lo largo de su vida. Esta peculiaridad fue aprovechada por la propaganda para mostrarle como una persona cariñosa del mismo modo que hicieron con las imágenes con niños.
Durante la dura vida de la posguerra Hitler tuvo un nuevo amigo perruno, Prinz (Príncipe), un pastor alemán. La situación económica del futuro Führer era tan precaria que tuvo que encontrarle un nuevo hogar. Al parecer, Prinz se escapó y dio de nuevo con su antiguo amo. Esa muestra de lealtad impresionó de tal modo a Hitler que hizo que esa raza alemana fuera su preferida. Para Hitler, la lealtad y la obediencia de los pastores alemanes encarnaba el ideal de devoción al Reich y como era una raza “pura” por ser tan semejante con sus ancestros los lobos y, sobre todo, por ser una raza alemana los convertía en un claro ejemplo de las ideas raciales nazis.
Blondi fue su fiel compañera hasta el último momento. Hasta los últimos días en el búnker de Berlín y en donde ambos terminaron muriendo. Como posteriormente hizo consigo mismo, Hitler prefirió quitarle la vida antes de permitir que cayera en manos de los soviéticos. Le dieron a ingerir una cápsula de cianuro de las preparadas para el Führer. Sus cachorros corrieron igual suerte, fueron sacrificados a tiros por su cuidador.
Para saber más:
National Geographic
Wikipedia
El Correo
Ciencia Histórica
ABC
Estudio de Hitler