Introducirse en su territorio significa prepararse para cualquier cosa. Sus relatos son desgarradores, aunque vistos desde fuera parecen de lo más cotidiano, quizás irremediablemente. Y es que el elemento desgarrador de los relatos de El amor de una mujer generosa no radica en su lenguaje ni en las escenas violentas (ambas prácticamente inexistentes) sino en los sentimientos que albergan cada uno de sus personajes. Eso es lo realmente fuerte y desestabilizador. Lo que te hace incluso plantearte si esa vecina adorable del quinto, a la que sus hijos y nietos visitan todos los domingos, no tendrá por dentro un mundo de lo más inconfensable. Sí, quizás esa sea la clave, acciones y pensamientos que nunca se confiesan y que escondemos entre los pliegues de la rutina. Admito que no me quito de la cabeza a la abuela de Salvo el segador.
Alice Munro ha conseguido cambiar mi mirada, hacerme más desconfiada... ¡Menuda maestra del cuento!