Y decirle en su “muro” que le amas…
Bueno, si la persona en cuestión no ha configurado bien su privacidad, mejor no decirle nada o se enterará todo cristo, ja, ja. Estamos viviendo un renacer de los amoríos epistolares, que no voy a decir que no sea ni bueno ni malo sino todo lo contrario. Las distancias hacen que los emails multipliquen su potencia romántica y evocadora y, por ello, al no ver ni percibir a la persona la imaginación completa lo que falta.
Hoy en día y navegando por el internete vacilón, nos encontramos con todo tipo de sobrenombres espectaculares y rimbombantes. A veces falta la foto y se proporciona un bonito avatar sacado de las ilustraciones románticas. Da entonces la sensación de que tratamos con algo más -aunque solo sea un poquito más- que una personita corriente, algo que ese nick y esa ilustración revelan a la vez que esconden. No es raro encontrarse con sentencias crípticas en cartelitos, revelando niveles de agudeza insospechados (y también prestados, que no hay por ahí libros de citas ni na)
Y nunca nos diferenciaremos demasiado de los papiones, babuinos y otros parientes animales que, cuando están en celo, anuncian el mismo con culeras rojas, feromonas desbocadas y otras lindezas. Pero, por estas pantallas, es como si fuéramos con los ojos cerrados y debemos desarrollar la autodescripción y la narrativa. Que no por existir una eterna crisis lectora se ha dejado de leer y escribir y, probablemente, se haga más que nunca en la historia.
Y aquí estamos. Cada uno en su nicho ecológico, en forma de Web, blog o perfil, se intenta vender como mejor puede. Está el solterón salido y siempre disponible, al que continuamente le ocurren cosas divertidas y graciosas, de hecho, todo el es una pura anécdota con patas durante las 24 horas .
Porque como los tiempos cambian y Don Perfecto ya no vende, necesitan mandar el mensaje de que son pura lujuria pero, eso sí, inofensiva y dialogante y con los defectos que mostraría, no sé, un personaje de los que interpreta Willy Toledo en sus comedias. Mantienen una continua carrera cuesta abajo: cuando dejen de divertirlas, cascan.
Por algún sitio ponía que, a pesar de las posibilidades técnicas, no es tan frecuente pasar a las videoconferencias como podría pensarse. Porque ahí, nuestra humanidad queda toda desnudita y, a lo mejor, no coincide con el personaje de la narración que vendemos. Encima, con estos pelos desbocaos no es plan de que te saque la webcam.
Y aquí vienen ellas ahora. Las mujeres, en sus páginas, da la sensación de que relatan cotidianeidades con mayor frecuencia, que entren más en el relato intimista y las comentaristas se lo premian, como no, compartiendo experiencias afines. La sensación de entrar en una charla de peluquería es muy intensa en algunos de estos blogs, donde parece que sus autoras perdonan la vida continuamente a los hombres, je, je…
Y no, no entro en las búsquedas de sexo, tan solo hablo de romanticismo y narcisismo, que lo otro ya es muy de adultos y no apto para frikis ni Peterpanes grandotes.
Un saludete.