Este viernes se estrena El amor es extraño. Ira Sachs es el director, neoyorkino, de esta película sobre una pareja de hombres (Ben y George) que en los últimos años de su vida se casan. El despido de George a consecuencia de su matrimonio hace que les sea imposible mantener el tren de vida que llevaban, dejar su casa y mudarse cada uno a la casa de un familiar.
La separación de Ben y George saca a relucir la personalidad de cada uno. Si bien su matrimonio supone el reconocimiento social de su amor, ahora que están casados tienen que vivir cada uno por su cuenta; paradojas de la vida de las que el director sabe sacar grano y regalar más de una secuencia brillante. La soledad pese a estar rodeado, la lucha contra la desesperanza, el sentirse desubicado se muestran con gran personalidad en El amor es extraño dando lugar a situaciones cómicas y serias y demostrando que el amor une. No hay un intento de cargar las tintas en lo dura que es la vida.
La película comienza con un primer plano de un pie de Ben desgastado por la vida. Es la mañana del día de su boda tras 39 años de convivencia. Esta imagen, la del pie, es muy reveladora aunque parezca trivial. Ira Sachs y su una manera calmada de rodar y de contar la historia no afecta a su ritmo. La sorpresa y dejar aire a los actores para mostrar sus reacciones son sus señas de identidad. Y la verdad es que se logra un relato delicioso.
Ben se va a vivir a casa de su sobrino casado y con un hijo. Y aquí entran en escena tres personajes también con mucho jugo. El sobrino es director y ella, escritora y su matrimonio es como otro cualquiera: una pequeña batalla que se reconcilia todas las noches en la cama con un libro y una buena charla. El chaval de 16 años está “encontrándose” pasando por la etapa de la adolescencia, llena de preguntas, de rabia e incomprensión. Ira Sachs los llama a OMNIS con cierta ironía. Sachs y su coguionista Mauricio Zacharias saben plasmar la ternura y las luchas del amor de manera dulce, nada sentimental acompañado de una lección musical de obras clásicas.
Si la película podría haberse llamado Siempre nos quedará el amor, la elección de El amor es extraño apela a entender el amor como lo que es: una búsqueda o, explicado con una metáfora, como quien tiene algo importante entre manos pero no sabe dónde dejarlo.