La película “El amor llega tarde” o Love comes lately, de Jan Schütte, cuenta la historia de un escritor judío de 80 años, que todavía sigue manteniendo intactas sus ganas de escribir, de seducir a las mujeres y, en definitiva, de vivir.
Max Kohn (Otto Tausig) pasa sus días al lado de su compañera, vigilante y celosa, Reisel (Rhea Perlman) en Nueva York, pero sigue imaginando que vuelve locas a las mujeres, ya sea en un viaje en tren, ya sea en sus sueños, o ya sea cuando va a hacer conferencias sobre su obra literaria. Al parecer, es un escritor de cuentos famoso.
Mezclando historias reales con la imaginación, Max vive el amor de varias mujeres, pero en historias que siempre acaban mal. Es sintomático, en este aspecto, uno de sus primeros sueños en el que un revisor de billetes de tren le interroga y le pregunta si todavía sigue teniendo sexo con su mujer, a lo que él le responde dándole un puñetazo.
Con ocasión de un viaje a Hanover, Max se reencuentra con una ex alumna suya, Rosalie (Barbara Hershey) y su mutua atracción hace que terminen juntos en la cama. Eso sí es real.
Antes, él imagina una historia en Miami Beach, tan extraña que la empleada del hotel donde termina alojándose, se refugia en su cama por el miedo a una tormenta. No obstante, esa historia, ese cuento, tampoco acaba bien.
Más tarde, en un viaje a Springfield, Max se equivoca de hotel y escribe su último relato, en el que una mujer viuda, todavía de muy buen ver, se le declara, pero a la hora de la verdad, termina suicidándose porque echa de menos a su difunto esposo.
En conclusión, este octogenario nos da una lección de vida, demostrándonos que se puede ser joven a los 80, teniendo inquietudes, deseos y ganas de vivir. Lo único que pasa es que las oportunidades ya se dan con cuenta gotas y hay que coger ese tren, que inicia y cierra la película, a tiempo.