¿El amor se enseña?

Por Tenemostetas
Por Ileana Medina Hernández
En la entrevista con Elsa Punset que cité en el artículo anterior, hay una idea a la que no dejo de darle vueltas: a la pregunta de ¿Se puede enseñar a sentir? la profesora responde:

"Nos enseñan a desconfiar, recelar, sospechar, despreciar, odiar... ¡Que nos enseñen a amar! Nos enseñan que el mundo es peligroso, pudiendo enseñarnos que es fabuloso."
La misma idea defiende su padre, el eminente divulgador científico Eduard Punset, en este artículo publicado en su blog sobre la necesidad de transformar el sistema educativo incluyendo LA EDUCACIÓN EMOCIONAL de los niños y jóvenes:
(...) "Los esfuerzos venideros en materia educativa apuntarán a reformar los corazones de la infancia y la juventud, olvidados por la obsesión exclusiva en los contenidos académicos. (...) Resultará imprescindible que los maestros fomenten el aprendizaje de las emociones positivas y negativas, que son comunes a todos los individuos y previas a los contenidos académicos destilados a la infancia; es decir, aprender a gestionar lo que nos es común a todos. Se trata de enseñar a los jóvenes a gestionar la rabia, la pena, la agresividad, la sorpresa, la felicidad, la envidia, el desprecio, la ansiedad, el asco o la sorpresa."
Estando básicamente de acuerdo en que la escuela es una institución que necesita un gran cambio urgente, y que entre los factores fundamentales de ese cambio tendrá que estar sin duda la inclusión del mundo emocional, ya no sólo en las escuelas, sino también en los centros de trabajo y en todos los ámbitos de la vida pública donde hasta ahora las emociones han sido ignoradas, una ligera sospecha me ha quedado revoloteando en la mente...
¿Se puede enseñar verdaderamente el amor, los sentimientos, incluso eso tan global que llamamos "educación en valores"? La respuesta aparente es sí. Creo que efectivamente, es bueno que la escuela se ocupe de ponerle nombre y descripción a la rabia, a la envidia, al amor o a la felicidad, y también a los "valores" que, si son auténticos, no son más que modos sociales del amor, como la generosidad o la solidaridad. Que se hable de ello, que se practique con el ejemplo, que se tenga en cuenta la dimensión emocional y afectiva de la educación, sobre todo con los niños pequeños.
Pero me temo, que por mucho que podamos hacer un gran máster sobre el amor, o sobre la ira, o sobre la solidaridad... la capacidad de amar de cada persona se desarrolla fundamentalmente RECIBIENDO AMOR.
La capacidad de amar se adquiere, parecen indicar los últimos estudios neurobiológicos, en el período que rodea al nacimiento, y se desarrolla en la misma medida EN QUE SEAMOS AMADOS en nuestra infancia, en nuestra familia, en que se nos acaricie, se nos acompañe y se nos atienda individualmente, en que nos sintamos amados.
Es importante que en el entorno escolar, donde tanto tiempo pasan nuestros niños hoy, no solo se introduzca una asignatura de Educación en Valores, sino que esos valores se pongan en práctica cada minuto que el alumno pasa en la escuela: que se eduque con cariño, con tolerancia, con respeto, con solidaridad, con generosidad, con empatía, con optimismo y alegría, de modo tal que los niños no solo aprendan "sobre" el amor, el respeto o la empatía, sino que los reciban.
Pero además es indispensable que esa Revolución Emocional comience por la casa, por la familia, y desde el momento mismo del parto/nacimiento, porque el amor, sobre todo en los niños pequeños (en el momento en que se forma el sistema nervioso y la capacidad de amar) necesita también CUERPO, MIRADA, SOSTÉN, COMUNICACIÓN y sobre todo,  TIEMPO compartido con los seres que amamos y nos aman.
Nos enseñan a "desconfiar, recelar, sospechar, despreciar, odiar" porque inicialmente los adultos con los que nos relacionamos en nuestra infancia desconfían y recelan de nosotros (ay, cuántos adultos dicen que los bebés desde que tienen dos meses "les quieren tomar el pelo"), porque incluso las personas que más nos aman o deberían amarnos nos aman a su manera; sin empatía, sin abandonar su propio ego, sus propias importantes ocupaciones y su propia perspectiva. Y sobre todo hoy en día, nos aman con prisas, sin tiempo, sin espacio para que los símbolos del amor puedan salir y llegar a su destino.
Creo que el amor no se enseña como se puede enseñar la Historia o las Matemáticas. El amor se practica, se transmite, se contagia, se comparte, se difunde, se esparce, se huele, se toca, se ofrece, se regala, se recibe: SE MAMA.