Muchas personas, jóvenes sobre todo, afirman que el amor no tiene más vida que un par de años de duración. Luego, el amor pasaría a convertirse en un cariño al que se le ha ido la pasión del comienzo. Puede ser cierto, pero ello no responde más que a una regla exacta sobre el amor: como todos los sentimientos humanos, el amor nunca se mantiene inalterable con el paso del tiempo. El amor es un sentimiento cambiante, y que pasa por diferentes fases a lo largo de una relación. Esto significa que si bien ya no exista la pasión o el cosquilleo y enamoramiento del principio, sí que evoluciona hacia otras fases, donde aunque si bien no existan estos sentimientos, sí nos encontramos con una complicidad, cariño y comprensión que ninguna pareja debería cambiar por aquello que antes sentían.
Esto significa precisamente que el amor no tiene por qué tener una fecha de caducidad, y que sí que puede ser eterno. Pero una cuestión siempre tenemos que tener clara: el amor evoluciona, pasa por diferentes fases, y ninguna de ella tiene por qué ser peor que la otra. Al contrario, debería ser mejor. La pasión de los comienzos no debería cambiarse por la riqueza de una relación de varios años. Un amor que se acaba lo hace no porque haya desaparecido realmente los sentimientos de antes, sino porque, sencillamente, ha sido una relación acabada. El amor no tiene fecha de caducidad, sólo que tenemos que encontrar el adecuado. Cuando llegue, será eterno.