El amplificador nacional.

Publicado el 05 mayo 2019 por Torrens

Hace tiempo que repito que son muchas y frecuentes las demostraciones de que la principal razón y motivo del conflicto entre España y Catalunya es el profundo, irracional y muy extendido odio a todo lo catalán por parte de demasiados españoles, y esta semana nuevamente se han producido un montón de ejemplos.

El ejemplo más ruidoso de esta semana ha sido el de la metida de pata de la expresidenta del Parlament catalán Nuria de Gispert, que, como puede verse a continuación aprovechó una noticia referida al aumento de exportaciones porcinas de Catalunya al resto de España para mencionar a Arrimadas, Girauta, Millo y Montserrat como exportaciones al haber cambiado de lugar de residencia. Sin duda la señora se equivocó y su comentario no es propio de quien ha ocupado su cargo, pero la reacción, como siempre, de tan desproporcionada es ridícula.

Entre muchas otras barbaridades, varios de los periódicos digitales de la pocilga mediática han calificado a de Gispert como “guarra”, y tanto los digitales como los impresos han llenado todos los artículos sobre el asunto con todos los insultos imaginables. Capítulo aparte merece un artículo de Alfonso Ussia en La Razón porque resulta que Nuria de Gispert es tía de Ussia y aparte agotar todas las posibilidades de insultar que aporta el diccionario de la Real Academia la describe como un monstruo de maldad y perfidia, afirmando que cuando él y sus hermanos eran pequeños entraban en pánico cuando no había más remedio que verla. Los comentarios de este señor solo tienen dos problemas, primero que desde la misma La Razón lleva escritos cientos de artículos plagados de insultos y difamaciones contra Catalunya, y segundo que su descripción de su tía monstruosa cae por su propio peso cuando uno se entera de que Nuria de Gispert es unos meses más JOVEN que Alfonso Ussia.

Iceta del PSC ha registrado en el Parlament una propuesta de resolución para instar al Govern a que retire a Núria de Gispert la Creu de Sant Jordi probablemente sin acordarse de que una de las promesas incumplidas de Pedro Sánchez que además, probablemente por error, anunció que la iba a incumplir, ha sido retirar las varias medallas del torturador Billy el niño, que además no es el único miembro de la policía que ha recibido medallas después de cometer barbaridades, y que uno de ellos es nada menos que Diego Pérez de los Cobos, condecorado por su brillante actuación en el 1-O, pasando por encima de su participación en el golpe de Estado de 1981.

Está muy claro que cualquier metida de pata de políticos catalanes es objeto de un inmenso amplificador mientras las diarias mentiras, insultos y difamaciones sobre Catalunya si es que son objeto de comentario es para reforzarlas y ampliarlas. Limitándome solo a la calificación de cerdos, que en el caso de Gispert es indirecta, puedo aportar dos buenos ejemplos. Primero, Jordi Cañas, el señor de Ciudadanos que fue retirado de la política por su partido a causa de un caso de corrupción fiscal, pero fue rápidamente recuperado en cuanto transcurrió un tiempo suficiente para que actuase la falta de memoria española, publicó en 2018 el cuadrito que viene a continuación. Por si alguien lo desconoce Pig en inglés significa cerdo.

Segundo, en noviembre 2017 José Rodríguez e la Borbolla, expresidente de Andalucía, soltó todos los insultos posibles y varios más al independentismo catalán en una entrevista en una TV en Sevilla y como colofón su última frase fue un genérico “Son unos cerdos”. Ninguno de los dos insultos mereció comentario alguno ni tan solo en Catalunya, pero si de Gispert insulta de manera indirecta a políticos de PP y Ciudadanos se arma la de Dios es Cristo.

Somos muchos los catalanes que, en 2012, cuando empezó a aumentar el independentismo gracias a Rajoy, estábamos en contra de llegar al extremo y solo pretendíamos mejorar la situación de discriminación a Catalunya, pero hoy día queremos la independencia, no debido al nacionalismo sino porque estamos convencidos que después de las inmensas barbaridades que se han hecho, escrito y dicho, y ante la evidencia del inmenso y persistente odio catalanófobo, la independencia es la única solución.

Si alguna vez alguien en cualquier lugar del mundo expresa la opinión que los españoles son idiotas, para demostrar su afirmación le bastará con describir la reacción de ciudadanos, gobierno y medios de información ante los deseos de independencia de la región que, de largo, aporta más riqueza al país. También podría añadir que presumen de coraje pero son sumamente cobardes porque frente a un independentismo que provocó la aparición de una organización terrorista que asesinó a cerca de mil españoles callaron como tumbas, mientras frente a un independentismo de base totalmente democrática y pacífica son sumamente valientes y están dispuestos a todo lo que haga falta.

Esta semana se ha producido otro ejemplo de estupidez española cuando la fiscalía ha dado la razón a Puigdemont, Comín y Ponsati en contra de la prohibición de ser candidatos al Parlamento Europeo y el Tribunal Contencioso-Administrativo de Madrid que tenía que tomar la decisión se declaró incompetente y lo remitió al Tribunal Supremo y el Supremo también se declara incompetente y lo devuelve al Contencioso-Administrativo de Madrid, demostrando una vez más que la Justicia española es una payasada, cuando probablemente la fiscalía, ante lo absurdo de la decisión solo quería evitar un ridículo internacional más. ¿Cómo no vamos a querer largarnos de un país donde la Administración Pública no solo es un absoluto desastre, además, día si y día también cometen locuras que si no se tratase de asuntos tan graves se tomarían como chistes para partirse de risa?