"Bailo sobre mi silla giratoria, soy un ágil derviche consagrado a la mística de la rutina. Me concentro en las ruedas traqueteantes, sus pequeños fragmentos de rotación cósmica, su precaria música de las esferas. Las horas siguen distribuidas ordenadamente en el reloj de la pared: he renovado mis votos. Pues no hay igualdad ni exactitud en la labor del minutero, solo la mecánica arbitraria de su señorío. Alabémosla. A las pausas reglamentarias (los cafés, los cigarrillos, el menú nuestro de cada día, uno y trino, en el restaurante de la esquina) demos gracias".
Tenía curiosidad por conocer el nuevo libro de Juan Vico, así que no he tardado mucho en comprarlo y tampoco en leerlo, ya que no es demasiado extenso. Pese a ello, no es una lectura rápida, es de digestión tranquila y poso sosegado. Hoy traigo a mi estantería virtual, El animal más triste.
Conocemos a Jonás, un hombre que está en esa difícil edad que es la década de los cuarenta, cuando la juventud ya se apaga y los sueños que tuvimos ya sabemos si no pasarán. Juan y su pareja irán a una reunión con amigos de él, viéndose las caras algunos veinte años despu´s para descubrir que ha sido de sus vidas.
Para Juan Vico el animal más triste es el hombre. Al menos el hombre de mediana edad, y cuanto más avanzaba en mi lectura más claro lo veía. De hecho, articula su historia basándose precisamente en eso. Jonás y sus amigos son una muestra de ello, parece decirnos.
La novela se divide en tres partes y da comienzo cuando Jonás recibe un fragmento de un vídeo en el que es más joven... y no se reconoce. Ni el momento, ni su ropa... nada. La poca calidad de la imagen que le deja ver que es más joven pero le muestra un rostro que se desdibuja al ampliar, es una metáfora de esto que acabo de decir. Así se percibe aquello que nos importó en la juventud, eso es lo que queda, ni lo recordamos. Somos traidores a nuestros propios sueños. Traición, una segunda palabra que da sentido a esta novela. Jonás se junta con un grupo de amigos en una primera parte narrada por él. Una chica con la que tuvo una relación y que ahora tiene a una mujer como pareja, un amigo que tiene una relación con la hija de quien un día fue su pareja, Jonás y su novia, una chica del pueblo... Se juntan unos días, los vemos, visitan un pueblo abandonado, recuerdan un documental grabado, hablan de un relato, de sexo... y los retomamos en la tercera parte, tiempo después. Ahora el que calla el Jonás y son sus amigos quienes toman la voz , se alternan para darnos ss versiones, contarnos sus infidelidades, sus traiciones. Jonás contó una parte, ahora vemos que siempre hay mucho más. Vico también nos cuenta la historia de un maestro en un relato sobre ideales y sexo como si en él nos diera la fórmula mágica para entender la novela. De él no daré mi interpretación, esa os la dejo.
El animal más triste es una novela llena de ironía pero también de desencanto. En ella el sexo tiene un papel importante, al igual que lo tiene en la vida, pero yo me quedo con la traición. Y con los silencios. Porque las traiciones cotidianas no generan grandes tragedias, no es necesario que se confiesen. Y las traiciones a uno mismo no se confiesan jamás.
Utiliza un grupo de amigos, a ratos cercanos la mayor parte del tiempo casi pedantes, cuyo interés por la cultura queda atente casi en cada palabra. Y quizás esto que hubiera debido de conseguir captar toda mi atención, sea lo que me haya distanciado más de la novela. Me han resultado ajenos, casi distantes salvo algún momento fugaz. He tenido la sensación de que se han perdido en algún punto en el que lo estético era más importante que lo real.
Comentaba al principio que es una novela corta pero que no es rápida. Es uno de esos libros que te obligan a pensar sobre aquello que un día soñaste, sobre ilusiones que perecieron, las que se lograron y aquellas que aún siguen ahí. Y que deja en el lector un cierto regusto a desencanto con la vida.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.