Ese poder de convocatoria por medio de las redes sociales, que comenzó reuniendo a más de 40.000 personas que reclamaban que se mantengan dos hospitales completos en Granada, se extendió rápidamente a otras provincias, como Málaga, Huelva y Sevilla, aglutinando la indignación ciudadana contra las “fusiones” hospitalarias y contra lo que tachaban de “nefasta” gestión de la Sanidadpública en Andalucía. Todas aquellas “mareas blancas” fueron, durante el transcurso de este año, promovidas o secundadas por el infatigable agitador granadino, quien no dudaría en asumir la autoría y el protagonismo de un movimiento “popular” que lo consideraba un héroe y que desde el Gobierno andaluz era percibido con sorpresa y temor.
Pero no se nos malinterprete. En este blog fuimos de los primeros en denunciar las fusiones hospitalarias como iniciativa nacida de la austeridad económica más que de la eficacia asistencial. Sin embargo, siempre hemos considerado que alguna racionalización era posible si se efectúa con criterios profesionales y no sólo económicos. Dejábamos un resquicio para que se nos convenciera de la bondad de aquellas fusiones, ya que no disponíamos de todos los datos para valorarlas con rigor. Y porque estamos seguros que la gestión de los recursos sanitarios no se hace contra nadie, sino con voluntad de sacar el mayor provecho de los siempre escasos presupuestos para obtener los máximos beneficios asistenciales, estableciendo prioridades. Es decir, que ninguna Administración actúa de oficio con mala fe o ligereza, aunque puede equivocarse. Y que los críticos tampoco se mueven siempre con un desinteresado propósito de conseguir mejoras para los ciudadanos. A veces, tienen intenciones ocultas y estrategias espurias para manipular. Por ello, en las actuaciones del médico activista granadino se exhala un tufo sospechoso, dada su intransigencia y la generalización de sus acusaciones.
Sin embargo, a este médico que trabaja a media jornada en las Urgencias del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, pero con recursos para poseer empresas y dirigir una fundación, empiezan a lloverle las críticas, fundamentalmente por su incontinencia verbal. Habituado a ser seguido y aplaudido, no tolera que se le lleve la contraria. Profiere insultos y descalificaciones hacia todo el que no piense como él, como hace contra los responsables sanitarios del Gobierno andaluz en sus vídeos. No admite la discrepancia y arremete contra compañeros sanitarios, políticos, taxistas o periodistas. Nadie se libra de ser objeto de sus arrebatos verbales. Por tal motivo, en el hospital donde trabaja han elevado un escrito a la Comisión de Igualdad en el que le acusan de “ataques machistas y acoso psicológico”. Al parecer, sus compañeras femeninas de profesión que difieren de sus opiniones están hartas de aguantar sus insultos, en los que comete presuntos delitos de odio, contra el honor y contra la discriminación e igualdad entre hombres y mujeres. Incluso han solicitado al Colegio de Médicos que intervenga para frenar la escalada de insultos y descalificaciones personales que prodiga Jesús Candel, alias “Spiriman”, cuando se le rebate.
Hasta el Colegio de Periodistas de Andalucía ha tenido que intervenir, por las amenazas que ha lanzado este líder a profesionales de la información, haciendo pública una nota en la que considera inaceptable la defensa de cualquier causa, por justa que sea, mediante descalificaciones personales, insultos y amenazas. Y aprovecha para recordar que la libertad de expresión no ampara este tipo de recursos.