Antes de la proyección que tuvo lugar en una de las salas Ambassador, el director se refirió a la necesidad de filmar que sintieron él y el guionista Gonzalo Maza cuando vieron por televisión las imágenes de los destrozos del maremoto trasandino. La fuga de presos de Chillán se transformó en disparador de una recreación que va más allá de la anécdota para proponer una reflexión sobre las cárceles sin paredes que encierran al ser humano.
Es posible que a algunos espectadores les resulte forzada la coincidencia entre el protagonista y un tigre de circo. Otros, en cambio, aprobarán la licencia poética (y astrológica) que acompaña las elecciones del fugado Manuel.
Sin dudas, Dubó y Hernández resultan todo un descubrimiento en este lado de la cordillera. Por ejemplo, el actor protagónico conmueve en lo profundo cuando su personaje evoca y elogia los dibujos de la hija.
En principio El año del tigre se estrenará comercialmente en Chile en febrero del año próximo. Justo dos años después de la catástrofe natural, causará de todo menos indiferencia en aquel lado de los Andes.
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PD. Con esta reseña termina la cobertura que Espectadores le dedicó al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Para beneplácito de quienes les escapan a los monotemas, el blog retomará mañana su programación habitual.