En la calle se sentía un aroma a fiesta, una alegría cantarina y simple, la que uno siente cuando su alma esta en sintonía con lo que la rodea.
Vengo caminando por Florida (¿cuando no?), a punto de cruzar Corrientes me encuentro con un payaso cargado con globos arrastrados por el viento, buena onda, me mira con una sonrisa y se presta para la foto, luego de tomarla, con alegre satisfacción levanto el dedo pulgar de mi mano derecha en demostración de agradecimiento. Un instante, cruzamos nuestra felicidad y seguimos adelante. En un rincón de mi alma una llamita de alegría se expandía, crecía y me decía que era posible, que en el mundo hay paz y armonía, que los seres humanos podemos compartir felices momentos, instantes que nos ayudan a tener alimento para la felicidad...
Unos días después le muestro la foto a una amiga, no soy un plomo que torturo a mis conocidos con todo lo que fotografío, eso lo dejo para Internet; simplemente ese día surgió el tema y como me había sentido tan feliz trate de transmitirlo, además: "-Mira está Kitty", tu favorita, de inmediato el acompañante de mi amiga, me dice: "-No, no le gustan los payasos, no se la muestres"...
Entonces me acorde de mis años de escuela y me acorde de los antónimos: risa-llanto, felicidad-tristeza, día-noche, luz-oscuridad, vida-muerte y tantos otros, evidentemente como las dos máscaras del teatro nunca podemos seguir un solo camino, a nuestros sentimientos siempre habrá un opuesto y nosotros tendremos un opuesto a los sentimientos de los otros...
Mientras tanto "mi payaso con sus globos" sigue transmitiéndome alegría hasta que aparezca mi antónimo, tratare que tarde bastante porque, ahora soy ¡muy feliz!!!