Realizada con una cámara de vídeo 8 en una sola toma -en realidad, dos-, El Aprendiz de Pornógrafo (México, 1989), fresco mediometraje de 58 minutos de duración, fue el primer experimento formal con la toma extendida/única que haría el cineasta hidrocálido Jaime Humberto Hermosillo. Poco después, dirigiría el mejor de sus experimentos de este tipo -Intimidades de un Cuarto de Baño (1991)-, después el remake "profesional" de El Aprendiz de Pornógrafo llamado La Tarea (1991) y, finalmente, la secuela tremendista La Tarea Prohibida (1992) en la que la susodicha propuesta formal se mostraría ya agotada por completo.A más de 20 años de haberse realizado, El Aprendiz de Pornógrafo conserva mucho de su aviesa ingenuidad y, como los protagonistas no son los conocidos María Rojo y José Alonso, su carga (dizque) subversiva funciona mejor que en la mucho más conocida La Tarea. Por supuesto, si usted vio la cinta anterior -yo diría que todo cinéfilo mexicano la vio hace 20 años- ya sabe de qué se trata El Aprendiz de Pornógrafo: es la misma historia, sólo que quien graba "la tarea" no es la mujer sino el hombre. El barbudo treintón estudiante de tevé Román (Daniel Constantini) invita a su antigua amante Lilia Pardo (Charo Constantini) a su departamento en donde tratará de grabar la seducción y el coito con una cámara de vídeo que mantiene prendida a ras del suelo. Cuando la mujer se dé cuenta de la trampa, saldrá del departamento echando madres, pero luego, con cualquier pretexto, volverá, picarona, y accederá a ser parte de la tarea de su amigo/amante no sin antes echarse dos o tres choros a la cámara.Prácticamente realizada en una toma de 58 minutos -aunque hay otra toma inicial, de unos cuantos segundos, en la que vemos cómo Daniel prende y prepara la cámara-, El Aprendiz de Pornógrafo se sostiene, más allá del gimmick que tanto llamó la atención en su tiempo, por el juego de perspectivas que nos propone Hermosillo, pues resultará que lo que hemos estados viendo no es el vídeo de un estudiante de televisión que graba a escondidas un coito, sino el vídeo-filme realizado por un matrimonio -par de hijitos incluidos- que se hace pasar por esa pareja de amantes cuarentones que hemos visto desde el inicio. El juego formal de muñecas rusas deja ver, además, que aquello que parecían errores y novatadas -los diálogos medio cursilones, la inclinación discursiva de la mujer- resultan ser, también, una aviesa trampa perfectamente calculada. Y el hecho de que, en otro guiño al espectador, los actores de este vídeo-filme sean marido y mujer, agrega otro elemento más al juego de espejos propuesto por Hermosillo que, aquí, se muestra como un niño con juguete nuevo. Y sí, en ese momento, el juguete estaba nuevecito.
El Aprendiz de Pornógrafo se puede ver legal y gratuitamente en la red. Puede leeraquílas instrucciones.