Yo me incluyo, el primero de la lista, entre ese grupo de gente.
Por eso hoy quiero poner un ejemplo práctico para intentar que no se nos olvide, o al menos que nos sirva para seguir creciendo como personas.
Veréis, puede que cuando acabéis de leer este post, si es que es llegáis a terminarlo, penséis, pues menuda mierda de ejemplo. Y hasta puede que tengáis razón, pero a mi me sirvió para darme cuenta de lo mucho que nos perdemos intentando seguir el vertiginoso ritmo de la vida.
A mediados de esta semana, manipulando un cuchillo de dimensiones considerables en el trabajo, un error de cálculo, o tal vez una distracción desafortunada, hizo que me cortara en las yemas de los dedos pulgar e índice de la mano izquierda. Sin demasiada importancia, todo fue más aparatoso de lo que realmente era. Mucha sangre pero nada más.
Por el tipo de trabajo que tengo, ya que estoy de cara al público, tuve que vendarme los dos dedos. Sobretodo el pulgar, ya que fue el que se llevó el corte más importante. Hasta aquí todo normal. ¿Pero donde entran en juego las pequeñas cosas de la vida? Esa misma mañana, a la hora del desayuno, quise liarme un cigarro. Fue misión imposible. El vendaje de mi dedo pulgar me lo impedía.
Luego más tarde, a la hora de seguir trabajando, todo eran engorros, ya que mis dos dedos habían perdido, temporalmente, la efectividad que se les presupone. Y todo esto por dos simples cortes, que tardaron nada más que dos días en curar. Y es que no te das cuenta que los tienes ahí, hasta que una simple nimiedad como esta, te los quita aunque sea por un par de días.
Joder, parémonos un instante y aprendamos a decir te quiero, a saber escuchar y no distraernos con el primer gato que pase por la calle, a dar las gracias y pedir perdón, tantas veces como sea necesario. Aprendamos a saborear el café de la mañana, porque tal vez, mañana no lo tengas. A desconectar del resto del mundo y disfrutar de esa canción que suena en la radio o esa película que hace tiempo que no veías.
Y repito, yo el primero. Pero también soy el primero que sigue creyendo que escribir otra realidad, es posible.