Revista Deportes

"el árbitro, opio del pueblo": historias negras en campos gallegos

Publicado el 29 marzo 2012 por Jmporense @futbolbaseymas

Seguro que todos conocemos historias  semejantes a la que se reflejan en la Web http://www.manueljabois.com/ de la que os traslado un artículo publicado y que ahora nos puede causar una cierta gracia, seguro que a los protagonistas de las mismas no les hizo ninguna en el momento de los hechos: 
En contra de lo que la gente cree, el fútbol no es el opio del pueblo, sino el árbitro. Y cuando el individuo crece odiando a la madre, como irónicamente dice el psicoanálisis freudiano, en realidad lo que está haciendo es empezando a odiar al árbitro. Al circo acudían ebrias las masas a pedir sangre, y el espectáculo se reproduce ahora añadiendo un elemento subversivo: la figura de un señor de negro con un pito en la boca dispuesto a administrar justicia. De todas las batallas perdidas de antemano, la más insólita es la del árbitro. Dentro de veinte siglos se le recordará como un animal mitológico.
Hace seis años un partido de fútbol en A Lama acabó con el árbitro corriendo campo a través perseguido por una turba que le quería contar lo bien que lo estaba haciendo. Para el árbitro aquello entraba dentro de lo normal, pero cuando se atrevió a girar la cabeza en plena carrera vio que el que más se destacaba en la persecución era el alcalde, Jorge Canda, que le sacaba varias zancadas a los vecinos.
Durante un derbi entre el Cambados y el Arousa en los años 70 el resultado estaba siendo de 1-4 con una actuación tan escandalosa del árbitro que el alcalde, Joaquín Fole Villar, ordenó a la Policía Local que lo detuviese en mitad del partido. Luego diría que lo hizo para «protegerlo».
En Sanxenxo, hace veinte años, el delegado de campo recibió al árbitro con la cortesía exagerada de las grandes ocasiones, pero aquel amor se torció en noventa minutos. El colegiado tuvo que salir del terreno de juego escoltado por la Guardia Civil, y cuando por fin estuvo a salvo en su vestuario y cerró la puerta con llave, el delegado le salió del cuarto de la ducha saltándole a la chepa. Mientras los agentes contenían fuera a la afición, el árbitro golpeaba la puerta desde dentro para que le abriesen.
 Hace dos temporadas en Pontevedra un juez de línea se emborrachó de tal manera la noche antes que la dirección del hotel tuvo que llamar a la Policía; dejó unas toallas vomitadas y varias patadas a la puerta, ya que le falló la tarjeta magnética y en esa tesitura a un borracho no le queda otra.

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