El árbol generoso de Shel Silverstein. Kalandraka, 2015. Traducción de Miguel Azaola. 64 pp., 19 x 25,5 cm., 15.00 €. PorJosé R. Cortés CriadoLa trama gira alrededor de un árbol y su entrega a un niño, no duda en hacerlo feliz a lo largo de su vida.Este libro fue escrito en 1964 y su vigencia sigue siendo la misma, ya que el mensaje es universal y eterno, la entrega a un ser querido, es este caso reflejado en un árbol y un niño.El primero no duda en dar todo, incluso su tronco y sus ramas con tal de hacer feliz al niño que conoció hacía mucho tiempo a lo largo de su vida, ya sea muchacho, adulto o anciano.Shel Silverstein nos presenta la historia siempre alrededor del árbol que no cambia de escenario, solo se transforma con el paso del tiempo y con las mutilaciones que le efectúan, siempre en beneficio de aquel niño a quien tanto ama.El niño primero jugó con sus hojas y ramas, trepaba por él, más tarde vendió sus manzanas para poder comprar cosas, después podó sus ramas para hacerse una casa, cercenó su tronco para tener un barco y cuando fue mucho más mayor y ya no quería ni jugar, ni trepar, ni comprar ni… y solo deseaba sentarse a descansar, el árbol le ofreció lo único que quedaba de él, su tocón, y volvió a ser feliz sabiendo que, de nuevo, hacía algo bueno por aquel niño.Las imágenes son minimalistas, tiene un aire de viñeta, solo se ven siluetas en negro sobre el fondo blanco, de una gran expresividad, tanto en los movimientos que dota al árbol como en los del ser humano.Un bello cuento traducido por Miguel Azaola en el que contrasta el blanco y negro de su interior con el verde rabioso y vitalista de la portada.Sin duda un bello cuento cargado de verdadero amor.