EL ARPA ENTERRADA
Soy la lápida de un arpa, de la música fantasma de aquel tiempo que se fue. Tengo mi hogar en la iglesia en su suelo hecho de piedra bajo un coro de madera. Me acariciaron doncellas para trenzar con sus manos la nostalgia de la espera. Con sonidos de aires celtas invoqué colinas verdes, y murmullos de torrentes. Recité cantos de héroes, leyendas de antiguos reyes y frescos romances de ayer. El rasgueo de las flechas se tensó sobre mis cuerdas en el fragor de la guerra. Fui un espíritu de viento de lluvia fundida en lagos y de lágrimas de adiós. Soy misterio, soy recuerdos, soy olvido y oración. En mi tumba duermen sueños y viejas canciones de amor.