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Siendo una potencia tradicionalmente terrestre es admirable como los romanos supiesen adaptarse tan rápidamente a las necesidades de la guerra naval. Los romanos eran conocidos por la adaptabilidad de sus ejércitos, que rápidamente copiaban y mejoraban el armamento enemigo que les resultaba útil a sus fines.
Sin embargo en la guerra naval, los romanos sacaron toda su inventiva, desarrollando tácticas navales y nuevas armas que marcaron la diferencia en el Mare Nostrum, como el muy conocido Corvus, o como el Arpax o Harpax.
El Arpax romano
Desde tiempos inmemoriales se habían usado diferentes tipos de garfios o anclas para capturar y remolcar las embarcaciones enemigas o para abordarlas. Sin embargo, durante las guerras civiles entre los años 36-38 a.C el general romano Marco Vipsanio Agripa perfeccionó estas tácticas y desarrolló una nueva arma que recogía la tradición naval antigua, mezclándola con tácticas terrestres tradicionales de la artillería romana.
El Arpax o Harpax consistía en un garfio o arpón con un forramiento de metal en su eje, de aproximadamente 2,3 metros. Este forraje de metal impedía a los enemigos el poder cortarlo y liberarse de su garra.
Era disparado desde las ballistas, como si fuese un dardo, dispuestas en las cubiertas de las naves, permitiendo alcanzar a los barcos enemigos desde una distancia considerable. El historiador romano, pero de origen griego, Apiano (autor de Historia Romana -desde su fundación hasta Trajano- en nada menos que 24 volúmenes) nos dejó una descripción de este arma:
«llamado garra consistía en un mástil de madera de unos 5 codos de largo, reforzada con hierro y con dos anillas en ambos extremos. La garra de hierro se unía a una de éstas y a la otra se unían diversos cables dispuestos a ser tensados por medio de máquinas cuando el garfio, lanzado desde una catapulta, hiciese presa en la nave enemiga.»
[adinserter name=”adpv”] Como hemos mencionado, Agripa, que era el lugarteniente de Octaviano lo usó por primera vez en la batalla de Nauloco (36 a.C) cogiendo por completa sorpresa a los mucho más experimentados capitanes y pilotos de Sexto Pompeyo, que no lo vieron venir ya que era un arma mucho menos aparatosa y más fácil de manejar que el Corvus.
Ambas flotas parecían igualadas con unas 300 naves cada una de ellas. Sin embargo el Arpax desequilibró tecnológicamente el enfrentamiento hacia el lado de Octavio, ya que con una insignificante pérdida de tres naves, Agripa derrotó decisivamente a la flota pompeyana, de la que solo escaparon 17 naves, destruyendo 28 y capturando 255 (las cifras varían según las fuentes).
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Bibliografía
Imperium Maris, Historia de la marina romana Imperial y Republicana, Arturo S. Sanz, Ed. La esfera de los libros
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