Flechas y veleta bajo el mismo vuelo.
De casi todo lo queno se olvida en el seguro día hacia el que vamos
puedo dar cuenta hoy. Mis hombros tienen
viejas costumbres ya consustanciales. Y si hay palabras que ya no se dicen
para avivar rescoldos donde ardían
y giros expresivos decadentes
hasta en su ritmo, no tengáis cuidado: son sólo muescas en mi cartuchera,
pistas que acaso puedan sernos útiles.
Por lo demás, no se ha perdido nada con dejar de decir lo ya mil veces
dicho, la huella que ahora, quien la pise,
comprobará que sigue siendo exacta. Concluyo: nadie puede ir más lejos
que la tensión que su arco crea. Punto.