Aprender el arte de la buena comunicación entre los miembros de la familia es un gran aporte para preservar la PAZ EN LA FAMILIA.
Los integrantes de la pareja y los padres y los hijos y los hermanos entre sí, necesitamos comunicarnos, en comunicación abierta de doble vía de tal manera que avancemos en la construcción exitosa de la empresa familiar. Cuando falla la comunicación, la familia puede fracasar y disolverse y dejar graves secuelas o daños en los integrantes del núcleo familiar.
La comunicación es esencial e imprescindible entre los seres humanos y debe hacerse en las diferentes formas de lenguaje, tales como el verbal, el escrito, el tecnológico en sus múltiples maneras, el gesticular, el de señas, el de símbolos manuales, el de figuras y aun el del silencio. Y en la familia el más importante lenguaje es el del amor, la tolerancia, el respeto, la solidaridad.
Hasta la década de los setenta el lenguaje debía ser respetuoso y sumiso. La mujer obedecía al marido y los hijos a los padres y entre hermanos la autoridad la ejercía el mayor de ellos. A partir de la proclama del "prohibido prohibir" y la liberación en sentido amplio, se ha entendido de manera equivocada que las buenas maneras son tema del pasado. No es cierto. Las personas seguimos mereciendo y debiendo respeto, tolerancia así ya no sea obligatoria la sumisión. Hoy hablamos en igualdad de derechos, pero por sobre todo en igualdad de deberes. La Constitución de 1.991 reclama de todos los habitantes convivencia pacífica, respeto a la ley y a los conciudadanos, la protección de la familia como célula fundamental de la sociedad, la inviolabilidad de la vida, el libre desarrollo de la personalidad pero sin derecho a ofender a los demás u obligarlos a que piensen o actúen como nosotros, el respeto al debido proceso y la obligación de no condenar sin previo juicio con plenas garantías. Y ordena que se castiguen todas las formas de violencia tales como las realizadas en todas las formas de comunicación.
No voy a tocar temas de psicología porque no soy psicólogo. Voy a referirme a mi labor docente durante cerca de 50 años y a mi experiencia profesional como abogado de familia por cerca de 44 años.
En la familia es frecuente la respuesta agresiva y descalificadora sin previo juicio. Hay hogares en los que no se habla. Se grita, se intimida, se amenaza, se condena sin reglas y se invoca autoritarismo. Si un hijo es mal calificado por haber realizado su tarea de manera deficiente, los padres toman de inmediato la decisión de castigarlo o de reclamar con violencia al docente. Ambas decisiones son erradas porque no se hizo la averiguación previa para saber por qué la tarea era deficiente. Falló la comunicación verbal para recaudar las pruebas del porqué de la insuficiencia. Si el hombre o la mujer se demoran en llegar a la casa luego del trabajo, es frecuente que el primer juicio se encamine a reclamar por infidelidad. Hay comunicación viciada por sentimientos dañinos así al final el temor sea cierto.
La actitud dictatorial puede generar respuestas de permanente rechazo y negación. Por ejemplo: la familia organiza una salida lúdica y se propone invitar a un miembro cercano de uno de los casados. La actitud arbitraria puede generar una respuesta negativa, descalificadora y se censura. Esta es una comunicación contaminada.
Cuando los integrantes de la pareja tienen un disgusto con frecuencia deciden no hablarse lo que equivale a tener una comunicación en silencio acompañada de gestos y miradas de repudio. Este silencio ofende más que las palabras y puede generar hechos violentos.
El trato descuidado, la rutina, el hasta luego sin una dosis de afecto o de cariño es un canal de comunicación pernicioso que desvía los ojos de la pareja hacía otros ojos. Es causa muy importante de la infidelidad.
Si la persona tiene la enfermiza idea de que su pareja debe permanecer a su lado a cualquier precio, por la mala comunicación, por la creencia de que hay terceros que interfieren su relación puede llegar a cometer delitos graves y él mismo castigarse con el suicidio. En este evento hay tres elementos perversos: 1) La mala comunicación. 2) La confesión retadora de la infidelidad y, 3) la absurda idea de la propiedad sobre el cuerpo y el afecto de su pareja.
Entonces, teniendo en cuenta estas mínimas experiencias de mala comunicación es importante que en nuestro DIPLOMADO EN EDUCACIÓN PARA LA VIDA EN FAMILIA aprendamos el arte de la buena comunicación para preservar la familia y si llega el caso, para hacer del divorcio el mejor contrato como negocio gana gana.
Envíe sus comentarios a carlosfradiquem@outlook.com