Es víspera de la llegada de los Reyes magos y Camilo trae consigo nuevos enigmas de presagios divinos:
– Papá ¿Es verdad que los reyes magos vienen en camellos? –
– Eso dicen hijo –
– ¿Y por qué nunca los vemos? –
– Porque dormimos –
– ¿Vos decis que si tres camellos entran a la casa no nos despertamos? –
En ese instante analizo cuidadosamente mi respuesta visto que es de esos momentos en los que Camilo se cuestiona las cosas.
Una gran parte de mi conciencia muere de ganas de decirle la verdad, yo hago esfuerzos inhumanos pero mi conciencia es abrumadora:
– Acabemos con esta mentira de una vez – Me dice la conciencia
– Pero es muy chiquito todavía – Me excuso
– ¿Sabes que le estas mintiendo, verdad? –
– No le miento, solo distorsiono la realidad –
– ¿Recordas que es lo que pasó la vez que te enteraste de la verdad sobre los reyes magos? –
Mi conciencia me jode donde más me duele, porque me conoce, entonces recordé:
Yo andaba en los nueve o diez años cuando descubrí el engaño, un amigo del barrio me lo dijo sin piedad alguna:
– Los reyes magos son nuestros papás –
– ¡Eso es mentira! – Dije indignado
– ¿No me crees? Pregúntales a ellos –
Corri a la casa y primero pregunté a mi hermano mayor – Claro que si, tonto – me dijo el bastardo. Entré a la cocina en estado de pánico y ahí estaba mi madre, la persona que nunca que había fallado en la vida, hasta ese momento:
– Mamá – Dije con la voz entre quebrada – ¿ Que hay con eso de los Reyes magos? –
– ¿ Que cosa hijo? – Preguntó mi may
– Eso de que no existen ¿Es verdad? –
– Si hijito, los regalos te los compran papá y mamá –
– ¿Y Papá Noel? –
– Lo mismo mijo, ya te estas poniendo grande –
– Ah – Dije
Mi primer gran desilusión, aunque luego de eso toda la admiración que yo sentía por estos personajes místicos pasaron a ser propiedad de mis padres y entendí, en ese momento, el por que de que todos los juguetes que recibí durante toda mi vida fueron copias de segunda calidad.
Entonces ahí estaba yo, peleando por mantener intactas la ilusión y la inocencia mi hijo o destruir su niñez y agasajar a mi egoísmo con la idea de que el Chino me admiraria de manera increíble al enterarse de la estafa bíblica.
En ese momento recordé las palabras de La China, mi novia y fiel compañera, aconsejandome no romper con la ilusión del pequeño:
– “En algo tiene que sostener su fe, el está ejercitando su imaginación y nada tiene que ver con las religiones o el imperialismo. Aun es pequeño para eso y ya van a tener tiempo para conpartir otras creencias juntos. Que las cosas sigan su curso natural, vas a ver que no se va a sentir decepcionado porque nunca se lo dijiste. Vos nunca lo vas a decepcionar” –
Dijo la muchacha con su voz que encandila y riega de color los atardeceres. Amo profundamente a esta mujer, porque además de ser la muchacha más hermosa que caminó este jodido mundo, también tiene la palabra exacta en el momento adecuado, del tema específico.
Entonces mi ansiedad se calmó y luego de todo este itinerario de pensamientos y análisis sobre la cuestión el diálogo concluyó:
– Son reyes magos hijo – Respondi ante la curiosidad del niño – Se harán invisibles o le pondrán silenciadores a las pezuñas de los camellos –
– Ah, ellos son cracks –
– Claro que si –
Y antes de terminar el debate interrogue a Camilo para despejar mi inquietud:
– Chino ¿ Que pensarías si te enteras que los reyes magos son tus padres? –
A lo que el pequeño sentenció y remató de manera extraordinaria:
– Pensaría que soy adoptado y que a los reyes magos no le gustan las mujeres –
Definitivamente mi hijo está creciendo a pasos agigantados y sospecho que va por buen camino.