El arte de estafar a los estafados

Publicado el 04 enero 2013 por Gato9colas @cosasdedinero

Es duro que te estafen porque te han robado, te sientes desnudo, desprotegido, inerme. Pero por desgracia también te conviertes automáticamente en una persona con una diana pintada en la espalda. Eres un blanco fácil para los estafadores pues estos saben que si te has dejado estafar una vez no será demasiado difícil que te estafen otra vez. En otras palabras, eres facilón para ellos. Sobre todo si la estafa tiene algo que ver con una estafa anterior porque nadie espera que le estafen dos veces seguidas.

Piensa que los estafadores son profesionales del timo, se dedican a ello, conocen todos los trucos. Tú, estafado o estafada que lees esto, eres como un instrumento musical para ellos, saben qué teclas tocar para que toques la melodía que ellos quieren que toques.

Muchas veces los estafadores lo único que necesitan es estar al día en lo que a noticias se refiere y tener un poco de labia y don de gentes para sacarte el dinero.

Voy a ponerte un ejemplo y me voy a convertir en estafador. Cojo el periódico y me leo las noticias buscando algún “punto de ataque”. Ya está, ya lo he encontrado, la estafa de las preferentes.

Las participaciones preferentes son productos financieros complejos que no hay que confundir con los depósitos. Se trata de inversiones de tipo perpetuo, es decir, sin una fecha de vencimiento determinada, y que cuentan con una liquidez muy reducida. Podríamos decir que son el eslabón perdido entre el depósito y las acciones.

Desgraciadamente hay cientos de personas afectadas que se han visto de golpe sin ahorros por haber hecho caso al amable empleado del banco que les recomendó el producto y que contrataron sin leer la letra pequeña y sin tener ni idea de en qué estaban invirtiendo. Es una pena, sí, pero yo ahora me he convertido en estafador y pienso: si este bobo se ha dejado robar todos sus ahorros, ¿no será fácil seguir robándole?

Conseguir “bobos” es muy fácil: hay manifestaciones de afectados todos los días, hay asociaciones de estafados por las preferentes, hay gente que escribe en foros de Internet y da sus correos electrónicos para que le escriban otros estafados. O puedes hacer algo tan sencillo como poner anuncios en Internet para quedar con ellos y así poder buscar juntos soluciones.

Es tan sencillo conseguir hacerme con una buena cartera de bobos que me pongo a ello porque mi mercado potencial de pardillos es enorme.

¿Cómo les estafo? Muy sencillo, me hago pasar por abogado y les vendo mis servicios como abogado ofreciéndome a defender su caso para ayudarles a recuperar su dinero. A poco que se lo venda medianamente bien, seguro que les saco algún dinero.

Lo primero que hago es ir a contratar una línea telefónica, o incluso mejor, una de esas de prepago, con un DNI robado (vale con que el de la foto se parezca a mí un poquito). Con un poco de verborrea no es difícil engañar en una tienda de móviles para conseguir un móvil donde poder recibir llamadas. Doy una dirección falsa o incluso la misma que viene en el carnet robado para que no sospechen (así encima dificulto la labor de investigación de la policía, ya que se concentrarán en el robado como primer sospechoso porque encima se parece a mí).

Me voy a una imprenta rápida de esas que imprimen tarjetas de visita en 2 minutos y encargo 100 o 200 tarjetas de visita con una dirección falsa (mejor en un barrio elegante para que parezca que soy un abogado próspero) y mi número de teléfono móvil recién conseguido. Da igual como me llame, lo que importa es que en la tarjeta ponga bien grande la palabra ABOGADO.

Una vez tengo mi material básico, me compro un maletín de ejecutivo de esos de cuero tan chulos y lo lleno de papelotes varios, revistas de abogados y de leyes, algunos BOEs y busco en Internet demandas, juicios, etc., y me lo imprimo todo para que parezca que llevo muchos casos. Me trajeo bien trajeado, con un buen traje y una corbata lo más discreta posible, me repeino bien repeinado y ya estoy convertido en un flamante abogado de la noche a la mañana.

Ahora sólo es cosa de ir quedando con los bobos que he ido buscando, me pongo en contacto con ellos por email, por teléfono, por carta o como sea. Les digo que soy abogado, que he defendido a varios clientes afectados por las preferentes o incluso que llevo una demanda colectiva contra los principales bancos por el tema de las preferentes.

Puedo tener incluso un par de cómplices a quienes el “bobo” pueda llamar en caso necesario para que le confirmen que yo les he ayudado a recuperar su dinero, que le digan lo eficaz que soy, lo barato que soy con mis honorarios y bla, bla, bla (comprenderán que he aleccionado a mis cómplices para que me pongan por las nubes).

Una vez en contacto con mi “bobo”, mi “estafable” o mi “tonto de turno”, le invito a reunirnos en un café y le digo que le invito al café y le ofrezco defender su caso por una comisión irrisoria del 1, el 2 o el 3% del dinero recuperado. Me conformo solo con eso porque soy un abogado tan bueno que voy a ganar el juicio y va a ser el banco el que tendrá que pagarme las costas del juicio y ya les sablearé a ellos lo que le han robado a él con el timo de las preferentes.

Además le enseño alguna sentencia (puede ser inventada o real, porque ya ha habido sentencias favorables que se pueden encontrar por Internet) donde el juez condene a algún banco a devolver el dinero de las preferentes.

Vamos, que con un poco de labia y derrochando simpatía y seguridad en mi mismo, convenceré al “bobo” que su caso está ganado de antemano y que va a recuperar su dinero en menos de un mes o quince días.

Si le interesa que le defienda, lo único que tiene que hacer mi “bobo” es darme un pequeño adelanto de 300 o 400 euros para poner en marcha el papeleo y le descontaré ese dinero al final cuando echemos cuentas.

También puedo engancharle pidiéndole que me firme una autorización para ir a hablar con su banco, en su nombre y representándole como abogado, para que yo presione al banco con lo de las preferentes por si puedo agilizar las cosas y conseguir que le devuelvan el dinero sin necesidad de ir a juicio. Ahora mismo se me está ocurriendo que podría utilizar esa autorización para desvalijarle la cuenta, pero bueno, eso es otro tema que no voy a tocar aquí.

También le puedo decir que me acompañe él si quiere mañana al banco (vete tú a saber donde estaré yo mañana gastándome el dinero que le he estafado hoy, pero eso el “tonto” no lo sabe). El caso es que se confíe y crea que voy a ir a patalear al banco en su nombre, o al menos que crea que yo soy tan caritativo como para ir a meterles el miedo a los del banco en su nombre y representándole como abogado. Una vez lo tengo convenientemente “maduro” es cuando ataco para sacarle los 300 o 400 euros con urgencia. Para ello le digo que eso sí, se lo tiene que pensar muy rápido porque precisamente mañana mismo voy a poner la demanda colectiva contra ese banco en concreto, y claro, sería una pena que perdiera la oportunidad de ahorrarse el dinero en gastos de procurador y demás que ya comparten los de la demanda colectiva, por que si se decide hoy mismo, se ahorrará esos gastos. Si se lo piensa mucho, tendré que empezar de cero con él y sus gastos serán mucho mayores que si aprovecha hoy mismo las sinergias de ahorros de costes de la demanda colectiva.

Y zás, ya lo he cazado, le invito al café e intento pagar con un flamante billete de 100 euros (y le comento de pasada que acaba de pagarme otro defendido y no he tenido todavía tiempo de cambiar). Si es redomadamente tonto incluso se ofrecerá él mismo a pagarme el café para ahorrarme la molestia de cambiar.

Salimos del bar, le acompaño a su casa para que me adelante el dinero o le invito a que lo saque de un cajero para mayor comodidad y con un buen estrechón de manos me despido de él diciéndole que le llamaré o que ya tiene mi tarjeta si necesita ir a verme para preguntarme cualquier duda o novedad que pueda surgir.

Luego desaparezco rápidamente en un taxi con rumbo desconocido a la caza de otro nuevo pardillo.

Lo triste del caso es que esta historia inventada puede convertirse cualquier día en realidad. El arte de estafar a los estafados no es nada raro. Por citar un ejemplo, conozco algunos casos de abogados imaginarios o supuestos despachos de abogados que se ponen en contacto con estafados por el timo de las cartas nigerianas ofreciéndose a recuperar su dinero previo pago de un pequeño adelanto a fondo perdido.

¿Se os ocurren otros ejemplos de maneras de estafar a los estafados? A todos nos gustaría leer vuestras opiniones para que cambie nuestra forma de pensar y podamos descubrir que todos podemos llevar una diana en la espalda como comentaba al principio de este artículo.