La perfección de un instante
Dicen que la Fotografía es un Arte: yo creo que es así. La capacidad de captar la belleza de un instante de la realidad y el poder de evocación que puede contener aquella imagen instantánea es algo que no se puede alcanzar en ninguna otra disciplina Artística.
La subjetividad y la objetividad
Para aquel que la captó, aquella imagen tiene el valor de fijar con fuerza un recuerdo subjetivo en su memoria. Además la imagen, por sí misma y desde aquel preciso instante, se ha convertido en testigo objetivo de aquella realidad. Una experiencia personal se ha transformado en un imparcial y atemporal instante del tiempo.
La magia de la evocación
Pero también para aquellos que no estuvimos allí, por el hecho de que aquella imagen comparte su desapasionada objetividad con nuestra propia subjetividad. Es esa alusión que crea nuestra observación (entre subjetiva y objetiva), la que contiene una extraña ilusión que en ocasiones sublima como magia. Algo frío ha logrado encender nuestra pasión.
En el caso de esta fotografía, cuando la miro creo que soy capaz de escuchar el leve sonido de las olas, puedo respirar y degustar el profundo olor del mar, puedo sentir en mi piel una leve brisa marina. Pero lo más increíble es que puedo intuir una pequeña fracción de la paz que sintió el autor en aquel instante, y a eso se le denomina Arte
¿Puede uno recordar el amor? Es como tratar de evocar el aroma de las rosas en un sótano. Puedes ver la rosa, pero nunca el perfume. (Arthur Miller)