El arte de la práctica pianística II

Por Francisco José Balsera Gómez @fjbalsera

Edwin Hughes, pianista americano y profesor en Múnich comenta lo siguiente: "la técnica es la parte mecánica de la música; para mantenerla en orden, uno debe estar constantemente pendiente de ella, al igual que el maquinista hace con su locomotora o el chófer con su automóvil. Cualquier intérprete inteligente sabe que ciertos ejercicios son especialmente beneficiosos para un funcionamiento correcto de la mecánica en su interpretación. A partir de éstos, planificará su estudio diario de la técnica."

Teresa Carreño afirma que en sus comienzos hacía muchos ejercicios técnicos que le escribía su profesora con pasajes difíciles extraídos de las obras de los grandes compositores. Había cientos de ellos, tantos que le costó tres días hacerlos. Considera que todos ellos tienen un inestimable valor y los usa habitualmente en su práctica y también cuando enseña. Cada ejercicio debe interpretarse en todas las tonalidades y con la mayor variedad posible de tipos de toque y sonido.

Paderewski dedica mucho tiempo diario al estudio de la técnica. Se sabe que tocaba escalas y arpegios durante tres cuartos de hora de tirón. Las tocaba con diferentes toques, velocidades, contrastes dinámicos, etc.

Por lo que vemos en los ejemplos anteriores, muchos pianistas creen en la importancia del trabajo mecánico diario, o el estudio puramente técnico además de abordar el repertorio. Muchos más declaran que las escalas, los acordes, los arpegios y las octavas constituyen su pan nuestro de cada día. Algunos me han hablado especialmente de la práctica de las octavas como algo muy beneficioso. Sienten que son esenciales para adquirir una buena técnica y para mantenerse a tono hasta el día del concierto.

Algunos artistas se muestran proclives a trabajar ciertos estudios. Backhaus recomienda encarecidamente los ejercicios de Brahms, por ejemplo. Todos los músicos recurren a Bach en conexión con el trabajo de la técnica. De hecho, podemos considerar que las obras de Bach encarnan los principios de la técnica pura, y los pianistas y profesores piensan que deben formar parte del trabajo diario.

Junto a los estudios y los ejercicios de técnica, los artistas inventan ejercicios a partir de las piezas de estudio, ya sea tocando pasajes escritos para las dos manos con una sola, transformando notas simples en octavas, sustituyendo la digitación, utilizando los dedos más débiles, cambiando el ritmo, y otras muchas formas de incrementar el esfuerzo en la interpretación, de manera que al tocar el pasaje es su forma original, parezca un juego de niños.

Otra forma de mejorar la técnica es a través de la transposición. Cualquiera podría pensar que la música de Bach es lo suficientemente difícil cuando se toca tal y como está escrita, pero los músicos piensan que nada hay mejor que interpretarla en diferentes tonalidades. Burnham explica que durante las primeras lecciones con el Dr. Mason, el maestro le dio una invención de Bach para que la estudiara, resaltando que debía memorizarla a la perfección. Esa sugerencia fue suficiente para que el ambicioso estudiante apareciera en la siguiente clase no solo con esa invención aprendida de memoria, sino que trajo todo el libro memorizado. De Pachmann, en su ansia por dominar la técnica y la literatura pianística, dice que cuando en una ocasión su profesor le pidió un Preludio y Fuga de Bach, se fue a casa y se aprendió los veinticuatro y ¡fue capaz de tocarlos en todas las tonalidades en la siguiente clase!

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Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.

Traducción: Francisco José Balsera Gómez