Chris Froome (Sky) acaba de triunfar en el Critérium de Dauphiné. Es la segunda vez que lo hace. La primera fue en 2013, el mismo año que triunfó en los Campos Elíseos.
Cuando Froome ganó Dauphiné en 2013, lo hizo con un margen de 58’’ sobre su escudero Richie Porte y 2’ 12’’ de Dani Moreno. En aquella oportunidad Alberto Contador fue décimo, a 4’ 27’’. Pocos días después, en el Tour, el keniata ganó tres etapas, hegemonizó el liderazgo en la general desde su victoria en Ax3-Domaines -etapa 8-, coronó Mont Ventoux y la crono-escalada en Chorges, y en la clasificación final puso 4’ 20’’ de por medio con Nairo Quintana, revelación del año y segundo en la general. Dos pedalistas de la talla de Contador y Joaquim ‘Purito’ Rodríguez quedaron a 6’ 27’’ y 5’ 04’’ de diferencia. La victoria de Froome fue aplastante, más aún que la de su compañero Bradley Wiggins, el año anterior -y de la cual Froome fue insoslayable artífice como principal gregario-.
La segunda victoria de Froome en Dauphiné no fue tan contundente en términos de diferencias. Solo en la última etapa, con final en Modane, el de Sky pudo revertir la clasificación general hasta entonces liderada por Tejay Van Garderen (BMC). Un ataque con victoria de etapa el día anterior, en Mont Blanc, le había ayudado a recortar distancias para entrar al podio, destrozar -y destronar de la clasificación general- a un fundido Vincenzo Nibali -vigente campeón del Tour- y dejar en claro su estado de forma, soltando a Van Garderen en el desenlace de la escalada.
En Modane Froome revirtió los 18’’ que lo postergaban en relación a Van Garderen y se quedó con la general. Otra vez Froome mostró su estado de forma dejando atrás al resto de favoritos, con su peculiar cadencia y pedaleo sin apenas levantarse en las palancas y minorando cualquier cambio brusco de ritmo. Además, Froome fue quien llegó nuevamente con más compañeros de filas al desenlace de la jornada.
El top-ten fue completado por hombres de la talla de Rui Costa, Daniel Martin, Rodríguez, Alejandro Valverde y Andrew Talansky.
Las sinuosas y escarpadas carreteras del Dauphiné 2015 permitieron a Froome tomar vuelo en un año que se perfilaba discreto para alguien que pretende el Tour. Mientras Contador trae en sus espaldas una gran victoria en el Giro d’Italia -resistiendo y doblegando por sí solo a Fabio Aru y sus escuderos del Astana-, Froome contaba por entonces con una meritoria aunque relativamente discreta Vuelta de Andalucía. Si Contador inicia con buen augurio una aventura que, de concretarse, será decididamente histórica -el doblete Giro/Tour-; Froome venía remontado vuelo con esfuerzo y en base a un gran trabajo de sus gregarios -como suele ser norma común al menos desde 2012-.
Con Dauphiné nuevamente en sus pedales, ahora falta responder la principal pregunta: ¿Está Froome en condiciones de ganar el Tour? ¿Se cumplirá una vez más el pronóstico que dicta que quien se impone en Dauphiné, celebra en París? ¿Prevalecerá el cálculo sofisticado y la física aceitada de la ‘maquinaria Sky’ o lo hará la épica solitaria -aunque más humana y por ello con menos margen de error- de un Contador que comienza a decir adiós al ciclismo?