El ártico es nuestro

Publicado el 13 octubre 2010 por ArÍstides

LA IRA ES UNA LOCURA DE CORTA DURACIÓN. Horacio

Hubo un tiempo en que el viajar al Ártico suponía una buena dosis de aventura y un reto tecnológico de gran magnitud. En la actualidad, el cambio climático está propiciando el deshielo del casquete polar hasta el punto de que se afirma que la capa helada puede dejar de ser permanente dentro de 40 años. Y es por este hecho por el que todas las naciones costeras que tienen derechos hasta las 200 millas lo miran con interés.

En concreto hay una basta área en litigio entre el continente europeo y el americano que alberga la cuarta parte de todas las reservas mundiales de gas y petroleo, así como oro, diamantes y metales. En 1982 se modificó la Convención de Ginebra incluyendo, además de las 200 millas marinas próximas a la costa, los fondos marinos iniciados de un plataforma continental hasta que terminaran donde el mar se hace bruscamente profundo.

Moscú y Noruega afirman que la plataforma se encuentra en una extensión de su territorio. Canadá y EEUU, por su parte, creen tener pruebas de que el territorio en discusión parte del continente americano y Dinamarca plantea que su territorio de Groenlandia está más cerca que nadie del Polo Norte. Lo que cada uno defendía con argumentos ha pasado a ser realizado por elementos disuasiorios. Así, los Rusos han aumentado la vigilancia y su presencia militar en la región Ártica dejándolo patente con maniobras navales realizadas con fuego real. Además, expediciones científicas han descendido con batiscafos a una sima marina de 4000 metros de profundidad para plantar su bandera, al tiempo que anunciaban al mundo que “El Ártico es nuestro”. El siguiente paso lo han dado los canadienses anunciando su intención de crear una base militar permanente en la gélida región.

Los límites del Ártico son objeto del deseo porque además de sus jugosos recursos naturales se les añade la posibilidad de la navegación marítima acortando rutas y favoreciendo el comercio. El deshielo interesa y se da la coincidencia de que son algunos de los países más contaminantes y que más dificultades pusieron a reducir sus emisiones de CO2 en los acuerdo de Kioto o Copenhague quienes están involucrados. Maldita casualidad, o ¿no?