Revista Arte

El artificio más natural, desapegado, indiferente, romántico y genial en el Arte.

Por Artepoesia
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El artificio más natural, desapegado, indiferente, romántico y genial en el Arte.
El Romanticismo se ha prodigado más, quizá, que otras tendencias en destacar el contraste de una misma, o parecida, representación visual. Y esto es así porque, para los románticos, cualquier escenario que cumpliera con la esencia del requisito emocional podría ya ser transformado, reutilizado o cambiado. Daba igual, eso sí, siempre que su sentido principal no se obviara. El núcleo de su motivación, su impronta ideal, su mensaje espiritual y trascendente, eran sólo uno, algo que el autor sabía esencial, definitivo, inmortal y permanente. El resto, poco importaba. Y es por esto que, algunos pintores de esta tendencia, duplicaron sin pudor a veces su deseada e inspirada obra original.
Uno de los creadores del Romanticismo inglés del siglo XVIII más curiosos e interesantes fue Joseph Wrigth de Derby (1734-1797). Su adscripción romántica está más bien enmarcada a veces entre un bello neoclasicismo y una suave y sutil crítica social (realismo). Pero distanciándose siempre del resultado, sólo mostrándolo sin comprometerse en ello; aún no era el momento de criticar abierta, desgarrada y claramente. Recurrían a lo elaborado de la luz, del color, del sesgo y de los gestos heroicos, ideales, pomposos y emotivos de la creación para llegar a los espíritus más que a otra cosa. Sin embargo, Wrigth de Derby consiguió adelantarse y mostrar, con belleza, cosas reales, duras, hirientes y humanamente sobrecogedoras.
Como con su obra Experimento con un pájaro en una bomba de aire. En el siglo de la ciencia experimental, del todo vale para descubrir la verdad que se esconde tras la naturaleza, el creador nos trae una imagen estremecedora. Un experimentador de la incipiente Ciencia reúne a varias personas, entre ellos algunos niños, para enseñarles cómo mostrar el vacío, entonces algo innovador y sugerente. Pero, no se le ocurre otra cosa que, dentro de su bomba de cristal, utilizar un pájaro como segura prueba de su efecto. La obsesiva búsqueda del Hombre, ahora reflejada aquí en este experimento, no se frenaba ante nada ya. Y el pintor retrata el gesto abrumado de una niña asustada junto con un entorno oscurecido y misterioso. No desvelará el autor el final del animal, lo dejará sin decidir, sin saber si perecerá o no, sin sufrir del todo la insidiosa realidad de otra tendencia.
Pero, lo que experimentó el pintor a veces fue repetir el mismo tema con su romántica forma de crear. En sus viajes por el sur de Italia, por Nápoles, descubrió la fuerza poderosa de una vida salvaje, frenética, violenta, y, sin embargo, maravillosamente bella. De esta forma pintó el Vesubio -que lo vió erupcionar una vez-; pintó las agrestes grutas de bandidos, con ellos y sus luchas; pintó la dura y hermosa luz de una naturaleza diferente, muy diferente de la que él procedía, las verdes campiñas inglesas de Derby. En 1774 compone su obra Caverna cerca de Nápoles, hermosa cueva al lado del mar que, como una balconada saliente, enmarca un hermoso paisaje mediterráneo, natural, sugerente, sereno y prometedor. Pero, cuatro años después, la vuelve a pintar, ¡la misma!, y desde el mismo lugar. Posee la misma fuerza esta imagen -su esencia romántica-, pero es completamente distinta.
Ahora la presenta con los bandidos que la habitan, seres ya inmisericordes con la vida, este es el lugar de su refugio, de sus escondidas remesas del alijo. Pero, es otra cosa lo que cambia: ¡la luz poderosa de la tarde! Porque es el atardecer ahora el que ilumina, del todo amarillento, una gruta aún más hiriente en sus contornos. Es un refugio de piratas, de violentos seres marginados, que se ocultan sin embargo en el mismo lugar extraordinario. Lejos quedan el paisaje, las tranquilas aguas, los perfiles de una torre, la montaña, las alegres nubes de su cielo, y el resplandor transparente de una sombra. Ahora, todo es tenebroso, recogido, monocolor, pasional y poderoso.
Cuando los británicos quisieron implantar su imperio en América, lucharon denodadamente contra todos, contra los franceses, contra los indios y hasta contra los suyos, los patriotas americanos. Durante casi medio siglo guerrearon en lo que se ha dado en llamar guerras de América. Ganaron casi todas las batallas, pero perdieron la guerra. Sus hombres murieron allí, entregando sus vidas y las de su familia. Y es así como Wrigth de Derby nos presenta su genial obra La muerte del soldado. Sin embargo, pintó dos versiones de la misma escena. ¿Por qué? ¿Había algún motivo para esto? Porque la idea, que se basaba en un verso de un poeta inglés de entonces, trataba de la desolación de los hijos ante la pérdida de un padre, herido ahora mortal en su batalla. El encuadre genial de la pintura tiene ya postrada a una viuda y a una madre frente al cadáver del soldado y del esposo. El pequeño hijo de ambos acaba de dejar el pecho de su madre. Nos mira a nosotros, él es el único que puede transmitirnos así su desconsuelo.
Pero detrás de ellos está la guerra, que sigue ya con los cañones, y algunos guerreros en su fondo. Esta debe ser la obra original. Esta se encuentra en Inglaterra. Pero, hay otra, otra igual, exacta en su poético mensaje. Pero, sin embargo, no con el mismo fondo de la guerra. Fue cambiado. ¿Por qué? No lo sé. Sólo, que este último cuadro está en América, en un museo norteamericano. Para aquí fue eliminado su contexto, su entorno histórico real, su realismo, supongo. Probablemente, pudo ya exponerse así, por entonces, en este otro lugar americano. Porque la fuerza de lo que aquel poema denunciaba, la fuerza de la familia desgarrada, eran lo importante del momento. Y el resto, los símbolos de una guerra repudiada, no debían ya desvirtuar, si acaso, el hermoso, poderoso y romántico mensaje.
(Óleo Una gruta con bandidos en Nápoles, 1778, Joseph Wrigth de Derby; Cuadro Caverna cerca de Nápoles, 1774, Joseph Wrigth de Derby; Óleo Muerte del soldado, 1789, Joseph Wrigth de Derby, Inglaterra; Cuadro La muerte de un soldado, 1789, Joseph Wrigth de Derby, EEUU; Experimento con un pájaro en una bomba de aire, 1768, Joseph Wrigth de Derby, Tate Gallery, Londres.)

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