Una de las tetralogías más aclamadas en el mundo anglosajón de la fantasía por fin aterriza en nuestras librerías. Lo hace gracias a Red Key Books, que apuesta por esta historia de Josiah Bancroft que tiene la peculiaridad de haber sido una de las primeras historias de éxito importante en la SPFBO (The Self-Published Fantasy Blog-Off) y pasar de ser un libro autoeditado a pertenecer y publicarse en Orbit/Hachette. Y todo comienza con El ascenso de Senlin, una narrativa de búsqueda clásica, con influencias victorianas y elementos steampunk, que en esencia, no es más que la historia de un marido que hace todo lo que esta en su poder para encontrar a su esposa. La pregunta es: ¿de verdad son necesarios una serie de cuatro libros sobre como subir los pisos de una torre buscando a su esposa? Bueno, si son pisos tan inexpugnables como parecen los de esta Torre de Babel, es probable que si.
Una luna de miel que sale mal
La Torre de Babel es la mayor maravilla del mundo. Inmensa como una montaña, la antigua Torre alberga innumerables reinos en guerra y paz, apilados unos sobre otros como capas de un pastel. Thomas Senlin, el afable director de una escuela de un pequeño pueblo, se siente atraído por la Torre por una curiosidad científica y las maravillosas promesas de una guía. El lujoso Balneario parece un destino ideal para una luna de miel, pero al poco de su llegada, Senlin pierde a Marya en medio de la multitud. La búsqueda de su esposa lleva a Senlin a través de manicomios, salas de baile y teatros burlescos. Deberá sobrevivir a la traición, al asesinato y a las potentes armas de una fortaleza flotante. Pero si quiere encontrar a su esposa, Thomas Senlin deberá hacer algo más que sobrevivir. Este pacífico hombre de letras deberá convertirse en un hombre de acción.
Más que nada, El ascenso de Senlin es la toma de consciencia de una especie de Cándido moderno que se ve obligado a cambiar radicalmente y adaptarse a un entorno inusualmente cruel. El ascenso del propio Senlin no es solo físico, si no que también personal más allá de su búsqueda marital. Su inicial ingenuidad se va erosionando lentamente por las personas y las experiencias que encuentra a medida que sube la torre, y por supuesto, lo van moldeando. Sin embargo, El ascenso de Senlin no deja de cumplir, en cierta manera, el tropo de la mujer en la nevera. Marya, la esposa de Senlin, tiene el único papel y propósito — al menos de momento, la continuaciones dirán— que Senlin debe perseguir. Sus leves apariciones en flashbacks y testimonios no son más que ganchos para que Senlin siga avanzando por la Torre, piso a piso, que es el verdadero atractivo de la novela.
Al final de esta primera entrega, de este prólogo largo, Thomas es irreconocible incluso para si mismo del hombre que entró en la Torre, transformándose de un profesor sofocante en un hombre al que tal vez le guste una buena aventura, aunque intenta conservar — como puede— gran parte de sus valores nobles y compasivos. Pensando un poco en frío y conversando con Luis Zapico, no podía dejar de ver y pensar en El ascenso de Senlin, en cierta manera por su forma episódica, como si fuera One Piece. La estructura de esta primera entrega de Los libros de Babel funciona como si fueran arcos narrativos cerrados, donde al igual que el conocido manganime de Eichiro Oda, cada una de las tres secciones de la novela cierran la aventura en un piso y escapan a por una amenaza que parece aún mayor. Por supuesto, la originalidad de cada uno de esos pisos es lo que endulza, distingue y corona el libro de Bancroft.
La Torre de Babel es intrigante y, en su enfoque desde los primeros capítulos, resulta fascinante para el lector. Cada circunreino, que es como se dividen los pisos de esta insondable Torre de Babel, tiene sus propias políticas y jerarquías peculiares. La Torre de Babel, una columna monolítica en el centro de Ur de la que se dice que es un gran refugio de aprendizaje, sede misma de la civilización y la fuente de innumerables maravillas. El mundo que Bancroft ha construido en esta Torre seduce desde el principio, sobre todo porque el proceso de alimentar al lector con información sobre el mundo en fragmentos está extremadamente bien hecho. Aunque la voz de Senlin resulta algo cargante y un poco insufrible por momentos, como si llevase un diccionario de sinónimos rebuscados bajo el brazo, cada parte importante de la Torre se insinúa y se explica de manera oportuna, en el momento justo podríamos decir, para sumergirse en los detalles pequeños y relevantes exactamente cuando es necesario.
La Torre de Babel resulta elegantemente extraña, donde cada anillo reserva una crueldad aún más inesperada. Cada nueva capa deslumbra por si misma (aunque el Salón es la mejor y la tercera parte pierde fuelle), y cada una aporta un nuevo conjunto de reglas que debes seguir para no formar parte de la misma Torre. Así, esta Babel da la sensación de ser una especie de Infierno de Dante, que cada vez que subes un círculo todo empeora un poco más, aunque no lo parezca de primeras. Los atractivos de cada nuevo anillo, las maravillas que parece esconder, se van retirando para mostrar lo peligroso del lugar. Y a través de ellos, Bancroft no deja de hacer comentarios sociales de lo más inteligentes, siempre extrapolables a nuestro propio universo. Por que entre dirigibles de estilo steampunk y tecnología de vapor, también hay lugar para el comentario de clases, burlarse de la burocracia y la justicia, o mirar con lupa nuestra absurda —a veces— realidad. ¿Qué si hay ganas de seguir explorando la torre en El brazo de la esfinge tras ese adrenalínico final? Ya te digo yo que si, pero de momento, parece que toca esperar.Otros enlaces de interés:Fantástica FicciónCápsulas