El Asedio, de Arturo Pérez-Reverte

Publicado el 19 julio 2010 por Flenning

En la trama de la novela aparece una relación muy fuerte entre los asedios a las ciudades de Cádiz y de Troya. El puente principal que vincula estos dos sucesos estocásticos, independientes entre sí, es Ayante, el personaje de Sófocles. Pero Ayante, no solo lleva la idea de asedio desde un punto hacia otro de la historia, sino que, trágico al fin, Ayante también lleva un mensaje de locura y muerte.

«… Con la ayuda de los dioses, cualquier cobarde puede alcanzar la gloria; yo confío en hacerlo sin ellos […]».

Aunque esta frase de Ayante es digna de un héroe valeroso produce cierta antipatía, la misma antipatía que producen los ingratos. Al expresarse de ese modo, Ayante olvida que su valor y virilidad son, precisamente, un regalo de Zeus. Luego, cuando comprende el error de su soberbia, ya es demasiado tarde.

«… ¿Ves al intrépido, al de valiente corazón, al que en destructores combates no tembló jamás? ¿A mí, terrible por mis manos, entre animales que no producen temor? ¡Ay de mí, motivo de irrisión! ¡Cómo he sido ultrajado! Y ahora, ¿qué debo hacer? Yo, que soy claramente aborrecible a los dioses, al que el ejército de los helenos odia, y Troya entera, así como estas llanuras, detestan […]. El noble debe vivir con honor o con honor morir. Ya has oído todo lo que tengo que decir […]».

Ahora, si no es por la virilidad y la fuerza de hombres como Aquiles o Ayante, ¿de qué otro modo se puede ganar la guerra? Quizás sea preciso contar con la estrategia, con el ingenio y la audacia. Quizás, digo, haga falta la presencia de Ulises.

Y si hubiese un Ulises, en esta lucha cuerpo a cuerpo entre fuerza e ingenio ¿quién de ellos recurrirá a la magia, quién pedirá ayuda a los dioses y quien batallará solo con lo puesto? ¿Quién tendrá más chances de ganar la partida?, ¿el héroe viril o el ingenioso? ¿Es mejor lo eficaz o lo eficiente, el método o la tenacidad? ¿Es mejor Ulises o Ayante? La Tragedia Griega respondió, con Ayante, al asedio de Troya y a muchas de estas preguntas, pero nos falta la respuesta que se darán los personajes de El Asedio al asedio de Cádiz.

Veamos. Si la guerra lleva en su vientre un mensaje de locura y muerte y, si Ayante conecta los asedios de la historia con un mensaje de guerra, entonces, para librarse del asedio habrá que matar al mensajero con el ingenio, una metáfora de Ulises.

¿Matar al mensajero, dije? Sí, ya sé, otra locura. ¿Y dónde está el ingenioso genio que matará a la muerte, si es que se puede saber? Por favor, no me diga que pregunto demasiado.

Continuemos. Decía antes que la relación entre los asedios de Troya y Cádiz parecen ser sucesos estocásticamente independientes, pues, tomar en cuenta lo que sucedió en uno de ellos no serviría de mucho, o de nada, para comprender lo que sucedió en el otro. Pero, pese a lo que a mí o a usted pueda parecernos poco o nada intuitivo, a Rogelio Tizón Peñasco, el comisario de Cádiz en El Asedio, le parece todo lo contrario, y es así como, parecerle por parecerle, a este comisario le parece que hay huellas de tragedia en la arena de la playa gaditana, cerca de donde caen esas bombas francesas que no matan a nadie.

¿Dije «parecer por parecer»? Sí, ya sé que suena a capricho, pero así es Rogelio Tizón Peñasco y al que no le guste, a volar, aire, o sin confesarse se caga en su puta madre. A él, parecerle por parecerle, le parece que, si en su calle cae una bomba que no mata, y junto, o muy cerca de la bomba, hay una niña muerta y desollada a latigazos, entonces, es una tragedia griega, y también le parece, de paso, que Ayante anda suelto.




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El rigor de Rogelio Tizón
«... Al decimosexto golpe, el hombre atado sobre la mesa se desmaya. Su piel se ha vuelto amarilla, casi traslúcida, y la cabeza cuelga inmóvil en el borde del tablero. La luz del candil de aceite colgado en la pared insinúa surcos de lágrimas en sus mejillas sucias y un hilo de sangre que gotea de la nariz. El que lo golpeaba se queda quieto un instante, indeciso, el vergajo en una mano y la otra quitándose de las cejas el sudor que también le empapa la camisa. Después se vuelve hacia un tercero que está de pie a su espalda, en penumbra, apoyado en la puerta. El del vergajo tiene ahora la mirada de un perro de presa que se disculpara ante su amo... En el rostro del hombre que está en la puerta brilla, avivada dos veces, la brasa de un cigarro.
—No ha sido él —dice al fin[...].»

Si el comisario Tizón está en lo cierto, y hay un Ayante en Cádiz que azota a las mujeres hasta matarlas, emulando al Ayante de Sófocles y si, además, el Ayante gaditano mata a las mujeres en sitios donde caen bombas gabachas, cabe preguntarse, ¿cómo sabe el asesino gaditano dónde diablos caerán las bombas, si ni siquiera los gabachos saben hacia dónde tiran?

Algo anda mal en esta hipótesis. O en Cádiz hay un comisario loco o hay un Ayante muy sabio, muy sabio, muy sabio, o ambas cosas. ¿Es correcta esta correlación entre sucesos históricos o es, realmente, un capricho de la mente de Rogelio Tizón? Si acaso se pregunta eso, déjeme decirle que usted se pregunta demasiadas cosas.

Y yo, ya puesto a mencionar por mencionar, le diré que, no por casualidad, mencioné ese asunto de la estocástica, que, aunque vino a cuento de la correlación histórica entre los asedios de Troya y Cádiz, también alude al problema de correlación entre los mensajeros y las palomas mensajeras, entre el Ayante homicida de ovejas y el Ayante homicida de mujeres vírgenes, entre los traidores y los caballos de Troya y entre la ingeniería militar, la balística, y el ingenio de los jugadores de ajedrez.

Quien siga estadísticamente el patrón de las bombas caídas puede predecir, con cierta probabilidad, el lugar del próximo impacto, pero para quien siga estadísticamente el patrón de muertes, creyendo que se relacionan con las bombas y no que provienen del capricho de la estocástica, primero debe establecer la correlación de estos hechos: caída de bomba-mujer muerta; sobre todo, si a la mujer no la mató el bombazo. Luego, confirmada la correlación, queda el desafío de atrapar al homicida. Demasiado complejo parece todo para ser tarea de un simple comisario.

¿Tiene el comisario Tizón un ingenio comparable al de Ulises? Se supone que no Y si Tizón no tiene la astucia de Ulises, ¿qué otra cualidad tiene para acabar con astucia la tragedia?¿Es Rogelio Tizón héroe o villano?

«… Esto es lo que han hecho conmigo, Ayante, los Atridas y el influyente Odiseo; ojalá que los dioses del Olimpo les premien con penar penas parejas a las mías […]».

Estocástica, probabilidad, estadística, tragedia, azar, caos, ovejas, garrote, látigos, curanderas y cadalso… Genio, zaguanes, venganza, traición, corsarios, mensajeros. Pleamares y borrasca. Vientos, balística y parábolas. Ajedrez, un rey en asedio, una dama, dieciséis vírgenes…


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