No tengo ni idea de quién me recomendó este libro, solo sé que es cosa de uno de vosotros porque yo no lo hubiera leído nunca por iniciativa propia. Pensaba que era por una reseña de Las inquilinas de Netherfield, pues ellas son muy de clásicos, pero al parecer no lo han leído aún y no sé qué están tardando, pues es muy de su estilo.
El asesinato de mi tía es una excepción a toda esa literatura, pues es una obra en la que trama y personajes se compaginan a la perfección, sin que lo uno ni lo otro tenga excesivo peso. En cuanto a los personajes, tenemos por una parte a Edward, un nini de los años veinte que vive en casa de su tía desde hace años (pues sus padres murieron) y que se dedica a leer y a pasar el tiempo. Edward representa a la intelectualidad privilegiada de la época, gente que menospreciaba a los de clases sociales más bajas, engreídos, mimados y que no daban palo al agua en su vida, pues se encuentran bien acomodados gracias a la fortuna de su familia. Edward enseguida es un tipo que te cae mal, pues reúne todos los defectos anteriores y unos cuántos más, pero al mismo tiempo comprendes que no hace las cosas por maldad, sino que es su forma de ver el mundo, por lo que no llegas a odiarle (cosa que sí pasa con Heathcliff).
«¿Cómo es siquiera posible que mi tía y el viejo Spencer sean capaces de imaginarme, con toda seriedad, desempeñando un trabajo en el que tenga que ir vestido con un mono azul? ¿O llegando a una lúgubre fábrica a las cinco de la mañana, o a la hora que empiecen? ¿O viviendo en función de un horario de oficina? ¿O diciéndole "Sí, señor" y "No, señor" a un ridículo encargado de tres al cuarto?»
La crítica que se hace a la intelectualidad es brutal, pues el pobre Edward se convierte en una sátira andante de una mentalidad conservadora que está quedando obsoleta. Con Edward se hace un estudio de personaje fantástico, pues al estar narrado en primera persona somos capaces de ponernos en su piel y ver el mundo a través de sus ojos.
Si hay algo que me ha parecido muy interesante es que se trata de una novela claramente sesgada. Todas los son, pues siempre leemos a partir del filtro del narrador, pero aquí eso se hace especialmente evidente. Conocemos el pueblo, a la tía y a la gente que rodea a Edward a partir de su concepción del mundo, una visión sesgada por su mentalidad. Edward cree que el pueblo es feo, que la gente es inferior a él, que solo le rodea incompetentes y que su tía le tiene un aborrecimiento acérrimo. Y llega un punto en que casi me lo creo, pero entonces hay una iluminación y el lector se da cuenta de que el mundo no es tal y cómo lo ve el protagonista. Que la realidad dependa de los ojos que la miran me parece una idea muy interesante que está muy poco explotada en literatura.
Empezar diciendo que la obra esté escrita en forma de diario (en aquella época las novelas epistolares o de este estilo eran muy habituales) no es ningún problema. A menudo la narración suele parecerme falsa, pues los personajes recuerdan a la perfección cada frase que han dicho, pero aquí se justifica por el hecho de que Edward no tiene nada mejor que hacer y normalmente escribe varios minutos después de que hayan tenido lugar los hechos. Por otra parte Edward es torpe, relee lo que va escribiendo y hace comentarios sobre ello o confiesa no recordar las palabras exactas de las conversaciones. Eso ha hecho que la novela me pareciera muy realista.
Es cierto que no encontraremos grandes giros (esto no es una novela de Christie), pues el lector puede deducir con facilidad si las cosas saldrán bien o no y cómo se desarrollarán los acontecimientos, pero quien no lo sabe es Edward y allí radica el interés del lector. Además, leer los enfrentamientos dialécticos entre Edward y su tía (llenos de críticas veladas y burlas encubiertas) es un gustazo, así como esa lucha mental por intentar ir un paso por delante del otro. La novela es bastante lineal, pero no por ello menos entretenida, pues hay un equilibrio perfecto entre trama y personajes.
Otro rasgo distintivo de esta novela es el tono desenfadado y distendido (pese al oscuro argumento que tiene) con el que está escrita. Por una parte el lenguaje es cuidado pero sencillo. Normalmente, en las novelas históricas, uno se da cuenta en seguida de cuando es una obra actual ambientada en el pasado o cuando es una obra contemporánea de esa época. Eso no sucede con este libro. Los personajes hablan como la gente de la época, pero no de forma imbricada y con un lenguaje complejo lleno de sutilezas, sino que Edward es directo con aquello que piensa.
Por otra parte la obra esta sazonada con mucho humor, tanto por las esperpénticas situaciones como por la forma que tiene Edward de burlarse de cuanto le rodea. Es cierto que hay bastantes descripciones, pero sirven para mostrarnos cómo el protagonista ve el mundo y los comentarios que suelta mientras tanto son muy entretenidos. Todo eso hace que la obra se devore como si fuera un page-turner moderno, esas novelas entretenidas y adictivas que solo buscan la evasión del lector.
Uno de los detalles que quería mencionar antes de dar por finalizada esta reseña es que la edición es una maravilla. La traducción me parece fantástica (he consultado otra edición y la obra pierde mucho. Alba editorial mola) y el libro está hecho con mucho mimo. Incluye algunas notas a pie de página, que, aunque escasa, aportan la información justa.
Terminar hablando del epílogo, que me ha parecido una genialidad, pues no solo es un giro inesperado perfecto y coherente, sino que además aporta una nueva capa a toda la novela. El final se intuye, pero eso no lo desmerece un ápice. Me quito el sombrero ante un epílogo que está escrito con una gran maestría y con mucho tino.
En conclusión El asesinato de mi tía es un clásico escrito con un tono desenfadado y distendido, que equilibra muy bien el estudio de personajes y de la época con una trama peculiar que tiene bastante peso. No hay muchos giros (aunque los que hay son fantásticos) y la trama es bastante lineal, pero lo importante es cómo se narra y cómo se desarrollan los acontecimientos. Una obra entretenida, con un lenguaje sencillo pero cuidado, que hace una sátira brutal de la intelectualidad de principios del siglo XX y que cuenta con grandes dosis de humor.
Cosas que he aprendido:
- Distintos métodos para matar a alguien
- No todos los clásicos son aburridos
- Los narradores tienen una visión sesgada del mundo
PUNTUACIÓN...4/5!
Primeras Líneas...