Además de la propiedad de la señora Ferrars, la otra gran mansión de la zona es la de Roger Ackroyd. Éste se casó años atrás con una viuda con un hijo, pero la felicidad duró poco y ella murió como consecuencia del alcoholismo. Roger crió a Ralph Paton como a su propio hijo aunque el chico ha acabado no siendo un hombre todo lo recto que esperaba Roger. En todo caso, los chismorreos del pueblo apuntaban a que los destinos tan parecidos de ambos por nefastos matrimonios de final triste a consecuencia del alcohol acabaron acercando a Roger Ackroyd y la señora Ferrars, por lo que esperaban un futuro compromiso.
Como es previsible, la noticia de la muerte de ella impactará en Roger Ackroyd enormemente. No se imagina que él mismo será asesinado muy poco después. El principal sospechoso será Ralph, pero no el único: Flora, su sobrina y prometida de Ralph; Raymond, su secretario; Parker, el mayordomo; el Mayor Héctor Blunt, cazador y amigo; la señorita Russell, ama de llaves; o Úrsula Bourne, una de las doncellas. Y no olvidar un desconocido con el que se cruzó el doctor al volver a su casa tras cenar en la mansión con todos los demás la noche del asesinato.
El detective Poirot se había instalado recientemente en el pueblo acabando como vecino del doctor Sheppard y su hermana. Aunque afirmaba haberse retirado recientemente, no puede negarse a ayudar en un caso donde todos esconden algo. Reseña
Leyendo el argumento y avanzando en la historia, una realmente se pregunta qué tiene de especial para que lo hubiesen metido en la lista de los 1001 libros frente a muchos otros de la autora. El caso, a priori, no tiene nada muy especial: un asesinato, varios sospechosos, detalles que no cuadran y secretos que guardan los personajes que nuestro Poirot va sacando a la luz. Mismamente, el caso de Styles, su primera obra, era bastante similar en sus elementos más básicos.
En aquella primera aparición de Poirot teníamos a su amigo Hastings que narraba a posteriori todo el caso. Aquí, este papel lo desempeña el doctor Sheppard, que se convierte en el "Watson" particular de "Sherlock", es decir, Poirot. La narración que leemos la redacta el doctor igualmente y, como a Hastings, el detective nos muestra pruebas y evidencias que no terminamos de encajar y que él se niega a decir en la mayoría de los casos qué teorías le generan hasta más adelante, lo que es un tanto frustrante.
A medida que avanza la trama, vamos descubriendo los secretos y mentiras de los personajes y todas las piezas encajan al final en que tenemos al o a la culpable. Hasta coincide con la otra obra en dejarnos un planito para situarnos en la mansión. Como novedad, también se incluye un dibujo de la escena del crimen.
Al margen de esto, cabe decir que la entrada en escena de Poirot en el libro es francamente divertida. Estoy pensando en las adaptaciones al cine más reciente y cómo se han cargado al personaje que no sólo es un genio, sino que tiene unos momentos excéntricos y un tanto cómicos que lo hacen fascinante por el contraste con su capacidad mental.
En definitiva, como veis, no hay nada que haga sobresalir este relato de su primer trabajo o de tantos otros. Y sin embargo... Algo hay. Sí. Algo muy grande. Algo que me voy a callar porque debéis leer este libro sin saber por qué es especial. Sólo puedo deciros que lo es y que apenas había terminado el libro que lo volví a leer desde el principio para apreciar la genialidad de la obra. Quizás no resulta tan rompedor a ojos actuales, que tanta ficción de este género se ha producido, pero sí si nos situamos a principios del S. XX. Para quitarse el sombrero con esta autora, sin duda.