El asesinato de un linier en holanda

Publicado el 10 diciembre 2012 por Mediasmentiras @mediasmentiras


Hace una semana , en Holanda, 3 jóvenes jugadores de fútbol de edades comprendidas entre 15 y 16 años asesinaron a un juez de banda de 41 años en el transcurso de un partido. Una patada en la cabeza y tres en el abdomen, no es un accidente. No me sorprende. Hace tiempo que el deporte está estúpidamente siendo tomado por la amplia masa borrega y no entiende que es solo eso DEPORTE. Un partidos de críos de esa edad debía ser una fiesta, pueden picarse, retarse, provocarse con el balón, lo que quieras dentro de la realización de un partido. Mucha culpa de este germen de violencia lo tienen los padres. Todos quieren tener a un Messi como hijo que les retire de su curro de 8 horas y cuando van a ver partidos de niños de 13 años les meten una presión obscena y descargan de las frustraciones personales (y posiblemente laborales) en un árbitro de 15 años que seguramente esté ahí gratis o por pocos euros. Si compensa ser “trencilla” es otro tema a tratar, algo de masoquismo tiene implícito. Debo confesar una cosa, hay un día que me marcó profundamente en esto del deporte y violencia en categorías infantiles, el día en el que decidí abandonar los terrenos de juego para siempre.
Todo sucedió un soleado día de Octubre de hace un par años, yo vivía en Girona.  Era segundo entrenador de un equipo local de fútbol y por ausencia justificada del primero (viaje de novios) asumí su puesto con la ilusión típica del que puede hacer lo que quiera sin consultar. El grupo de jugadores era un grupo heterogéneo de razas, colores y credos que tenían en común ser buenos chavales y los síntomas de tontería que conlleva el paso por la adolescencia. Ese partido iba bien, jugábamos bien, nos divertíamos tocando el esférico y buscando la solidaridad del compañero de cara al marco contrario, era un partido normal. Lo anormal fue ver a los padres del equipo contrario insultar a niños de 14 años, los padres de esos niños insultar a los que insultaban a sus hijos, los niños que estaban jugando asimilar los ejemplos paternos e insultarte entre sí. Todo termino con una  pelea descomunal con intercambio brutal de puñetazos y valientes de 40 años pegando a niños 25 años menores. Un puta vergüenza. 
Yo me limité a separar a la gente, a traerme a mis jugadores, (los que no estaban poseídos por Mike Tyson) a un banquillo alejado. Estaba furioso, triste, abatido, asqueado.
Al día siguiente del entrenamiento les solté una charla de la que espero que a alguno se les haya quedado algo, yo sé que si. No quería abroncarles, no quería decirles que sentía pena por los padres suyos que se metieron en la pelea, solo buscaba la reflexión. Les dije que se pusieran en mi lugar y me imaginaran yendo a ver a su madre para contarla que su hijo que había salido esa mañana a hacer deporte contento había perdido un ojo en una estúpida y estéril pelea. Alguno puso cara de respeto, otros de recapitulación, otros de indiferencia y alguno me comentó que tenía razón.
No tardé mucho en dejar ese equipo y el fútbol en general. Mi sensación de hartazgo y asco pudo con mi ilusión de madrugar para intentar crear personas en vez de futbolistas.
Lo dicho, no me sorprende la muerte de este linier en Holanda, aunque si me deja consternado y apenado.