El verdadero asunto Lemoine arranca en 1905: un ingeniero francés llamado Lemoine protagoniza una sonada estafa a sir Julius Werner (presidente de la compañía diamantera De Beers) por medio de unos experimentos que supuestamente permitían fabricar diamantes. El objetivo del timo era que, con el descubrimiento, las acciones de la compañía bajaran para así poder adquirirlas el estafador a bajo coste, si bien luego la cosa fue derivando en algo más rocambolesco. Proust tenía algunas acciones de la compañía, pero fue la notoriedad del escándalo, cuando saltó a los titulares de la prensa internacional en 1908, lo que le impulsó a escribir unas crónicas «a la manera de», en Le Figaro, sobre el asunto, parodiando a diferentes autores franceses clásicos.
Con mi trayectoria habitual no se nota demasiado cuales son mis gustos preferenciales. Sí que es cierto que se ve una inclinación al terror y lo fantástico, pero poca gente se puede imaginar que ya hace años fui adicta a los clásicos. A diferencia de otros compañeros, que leían el best-seller de turno (si es que lo leían) yo dedique los veranos de los 16 o 17 años en la playa devorando clásicos españoles y franceses, que incluso algunos adultos muy adultos no habían leído.
Entre ellos, uno de mis autores favoritos fue Proust, del cual leí con mucho gusto la primera parte de En busca del tiempo perdido. Aunque mi histeria por tener colecciones en un mismo formato ralentizó la búsqueda de la segunda parte y finalmente desistí de seguir con ello cuando solo pude hacerme con la versión original. Evidentemente mi francés da para leer con fluidez autores como Amélie Nothomb, pero no una prosa tan complicada como la de Proust.
Así que cuando Funambulista sacó este pequeño tomo de una obra para mi desconocida de este autor, no pude resistir a la tentación de leerlo. Y es por eso que os encontráis ante algo un tanto diferente de lo que suelo publicar. Porque no os voy a engañar: es solo apto para freaks (en el buen sentido de la palabra, como muy entendidos) en la materia.
El asunto Lemoine no es exactamente una novela, sino una especie de ensayo con distintos textos que Proust escribir a modo de entretenimiento. Porque el tema de Lemoine fue un asunto que realmente impactó en Francia en su época: un hombre (el timador) consiguió convencer de que tenía un proceso de fabricación para los diamantes, lo que tiraría a pique la industria joyera. De esta manera, se aprovechó de la caída de las acciones para crear beneficio suyo. Vamos, que fue el primer casi el primer especulador conocido a gran escala.
Durante ese periodo, Marcel Proust fue escribiendo pequeños textos referentes al tema, según una costumbre que parecía divertirle mucho: copiar el estilo de otros grandes. Él se preguntaba cómo escribiría fulanitouna novela/articulo/obra teatral sobre el tema, y lo plasmaba en sus papeles.
En El asunto Lemoine nos encontramos con una muestra de estilo de Balzac, Flaubert, y un buen número de críticos eminentes en la época. Que por cierto, no salen muy bien parados, si sabemos leer entre líneas. Y por ultimo, culmina con una adaptación de las memorias de Saint-Simon, el más largo y laborioso de todos los escritos.
Muchos de los textos los veo como una parodia y exageración de los estilos: quizá unos se centraran no en la historia en sí misma, sino en la reacción de los afectados; otros de la indumentaria que llevaba Lemoine durante los días anteriores. Y otros, como este último, se fueron por las ramas en relaciones sociales, matrimonios, escándalos y demás.
El mayor problema con el que me he encontrado es que me gusta la literatura y la cultura francesa de del siglo XVIII, XIX y XX (y el actual, por supuesto) pero no soy una entendida. Hay recovecos, giros y sobre todo, referencias a personas importantes de la época, que han sido puestas en pie de página (saturando un poco la edición) para poder suplir estas carencias.
Lo que ha conseguido esta obra, es despertarme la curiosidad por este periodo y algunos de los autores que se mencionan en sus páginas. Hace mucho que no leo clásicos franceses, aunque me quedarían muchos años de estudio específico para poder disfrutar plenamente de El asunto Lemoine. No por ello le resto su merito, además de la capacidad que demostró Proust para reírse de los demás y de sí mismo.
Esta es una reseña corta, ya que mucho más no se puede decir de este libro que únicamente recomendaría a gente muy entendida o muy interesada en este periodo de las letras francesas, ya que si no, es difícil de entender y disfrutar. Podría buscar documentación, darle vueltas de tuerca a las implicaciones y reflexiones, pero no lo voy a hacer. Ese trabajo se lo dejo a cada lector, ya que es lo que ha conseguido El asunto Lemoine: despertar el ansia de saber más.