La invasión de las sillas virtuales comenzó el 10 de abril a las 12:21 horas. Todo comenzó con una búsqueda en Google sobre sillas de oficina: mi mujer estaba interesada en cambiar la que tiene que le está produciendo fuertes dolores de espalda y, como pretendía comprarla on line, buscó la tienda virtual de Amazon. Desde allí tecleó en la ventana de búsquedas "sillas de oficina" y la tienda le propuso un extenso catálogo con múltiples marcas y precios, la verdad, más baratos que los que habíamos visto en algunas tiendas de muebles. Estuvo una media hora consultando las diversas propuestas y, ya decidida por el modelo, finalizó la búsqueda y apagó el ordenador.
Esa misma tarde, al abrir de nuevo el navegador y realizar una búsqueda relacionada con mi trabajo, me encontré, al acceder a los resultados, con un asalto desde un marco añadido en la parte superior de la pantalla de una larga fila de sillas invitando a mi ratón a sentarse sobre ellas. Me aparté de esa ventana e hice clic sobre un nuevo resultado. Ahora las sillas aparecían en los laterales y se alineaban verticalmente en matrices de 3 x 5. Aquellas 15 sillas estaban ocupando la tercera parte de la pantalla. Continué examinando resultados y, en cada uno, me asaltaban las sillas desde posiciones aleatorias. Nuevos pop out se abrían de imporoviso desde el centro de la pantalla: incrustados en los artículos sobre El Paleolítico habían aparecido unos cómodos sillones ante un neandertal que los miraba con extrañeza.
Llevo dos días sufriendo este indeseable amueblamiento virtual de mi pantalla. Creo que el asalto durará varios días más, quizás eternamente... A estas alturas ya odio las sillas. Miedo me da que un día le de a mi mujer por buscar lencería: no podría soportarlo; ya tengo bastante con los catálogos de Vinca que se amontonan en casa. Google está convirtiendo mi ordenador en el Corte Inglés.
Y lo curioso es que, investigando sobre este fenómeno ¡en el mismo navegador y en medio de más sillas incrustadas! me entero de que Google y Amazón son enemigos comerciales y directos competidores empresariales. Pero la publicidad es algo muy serio. Google obtiene su poder y su mucho dinero de los usuarios que hacen búsquedas a diario y recorren infinidad de sitios mediados por el buscador. Cada clic comercial que se realiza desde sus páginas supone un ingreso a las arcas de la compañía. Es notable que con el único fin de exprimirnos el poco dinero que tenemos, hasta los grandes enemigos se unen y colaboran juntitos en Google Adword.
NOTA: ¿Te están apareciendo sillas virtuales al leer esta entrada? Pídele cuentas a Google. Hasta ahí llegan sus tentáculos.