El ataque imperdonable de Rusia

Publicado el 05 marzo 2022 por Liberal

La verdad es que no quería tratar este tema, porque artículos como estos me restan mucho tiempo y normalmente debo atender montones de comentarios hostiles. Pero, como en estos días ya no se participa tanto en los comentarios como hace años, creo que puedo dedicar cierto tiempo a este asunto. Vaya dicho de paso que no voy a tolerar esta vez, porque estamos en guerra, comentarios que hagan apología del enemigo. Es la primera vez en esta página web que tengo que tomar esta decisión, pero me ampara tanto el derecho constitucional, así como la tradición bélica en la cual ciertas libertades se suspenden. Así que si tu intención es venir aquí para hacer apología de Putin, te ahorro el tiempo: serás permanentemente baneado de esta página. Aquí se defienden los valores liberales, atlánticos, y los intereses financieros que tenemos los occidentales. Si te molesta que EEUU goce de supremacía comercial, militar (elementos que han mantenido la paz durante décadas y ha evitado el horror de que Europa vuelva a ser militarmente independiente, bajo el dictado de ALEMANIA), entonces deberías replantearte si perteneces al mundo liberal que yo defiendo. Si no perteneces a ese mundo, no pasa nada: gracias al liberalismo, tienes otras opciones, pero ésta no es una de ellas. Bien, aclarada la normativa que se impondrá a partir de ahora, procedo a comentar sobre la gravedad del crimen de guerra internacional que tiene como culpable y protagonista un país que se llama RUSIA. Y, añado: sus aliados en Occidente. Últimamente, la extrema derecha, así como la extrema izquierda, ambos grupos de indeseables perdedores, han querido hacer apología de Putin.

Hay una frase muy conocida que pronunció Lenin: «Hay décadas en las que no pasa nada, y hay semanas en las que pasan décadas». Esta frase ha estado siendo compartida millones de veces en Twitter esta semana, y no es de extrañar. La respuesta colectiva a la crisis de Ucrania por parte de los Estados Unidos y sus socios europeos y otros ha sido impresionante en su fuerza y decisión. Pero, no es suficiente desde mi punto de vista, y quiero ver más acción. En resumen: una guerra será necesaria para asegurar, lo voy a decir sin pelos en la lengua, la supremacía comercial de EEUU y los intereses atlánticos sobre Europa y sus peligrosas intenciones de querer ser independiente de la OTAN. Los populistas perdedores nos llaman a los que defendemos esto “globalistas”. También nos acusan de ser los “enemigos” de las naciones, las tradiciones, y las fronteras. Aunque yo reconozco que hay no pocos personajes que defienden la OTAN y también son todas esas cosas, mi intención simplemente es la seguridad comercial y, por qué no ser franco, nuestros bolsillos.

¿Por dónde empezar? Desde la congelación de divisas del Banco Central ruso, hasta la decisión alemana (por una vez hacen algo correcto en política internacional) de enviar aviones de combate europeos a Ucrania, estos últimos días han sido latigazo tras latigazo de medidas efectivas y políticas contra Rusia que hasta hace nada, eran impensables. Cuando Suiza, ¡SUIZA! está también sancionando a Rusia, ya puedes imaginarte lo gravísimo que es este asunto. Hemos visto además manifestaciones masivas a favor de nuestros aliados en Ucrania, desde Sydney, hasta la Plaza de Wenceslao en Praga, y gestos de apoyo a restaurantes ucranianos en Nueva York. Hacía décadas que los occidentales no se unían de esta manera sobre un tema político, y son buenos momentos para los que, como yo, siempre hemos dicho que LA INTERVENCIÓN MILITAR ES NECESARIA PARA CAMBIAR A CIERTOS REGÍMENES. Ahora todos aquellos que me acusaron de ser “neocon” e intervencionista, van a tener que tragarse sus palabras. ¿Por qué? PORQUE EL RÉGIMEN SÍ IMPORTA Y MUCHO.  Nunca pedí perdón por la intervención en Irak, y tampoco pediré perdón por pedir una escalada militar en el caso de Ucrania.

Sin embargo, estoy preocupado porque, aunque ahora mismo hay mucha unidad, si no se toma la decisión YA, no sé hasta cuando durará esa unión occidental. Del mismo modo que se ha demostrado que Putin no calculó bien la toma de Ucrania, porque pensó que la toma sería rápida y relativamente barata, sería también un error suponer que la resolución y unanimidad de la opinión pública occidental actual garantizarán una solución rápida a esta crisis geopolítica.

La idea de que la ruina financiera contra Rusia es inminente y que las medidas precipitarán la caída de Putin, mediante un levantamiento popular o un golpe palaciego, es una ilusión infantil. Ahora solo hay eso: esperanza. Pero yo no tengo esperanza, yo tengo aspiraciones…y mi aspiración es una intervención militar más sonada. En vez de esperar a “ver qué pasa”, como está haciendo el inútil Biden, Occidente necesita una estrategia que se extienda más allá de días o semanas y opere bajo ciertas suposiciones muy desfavorables: 1) el régimen de Putin no va a caer y 2) Rusia tiene suficientes recursos para prolongar esta guerra, y además la resolución de Putin es duradera para sostener un período prolongado de conflicto y ocupación ilegítima

Hay otros hechos desalentadores: por un lado, una vez que la “ira” de la opinión pública occidental desaparezca, la guerra en Ucrania dará paso a otras noticias. Y cuanto más se extienda el conflicto, más difícil será para el público centrarse en lo importante y justificar el precio de las políticas que seguirán causando daño en Rusia. También, no olvidemos, Putin está corriendo contrarreloj: la creciente frustración por la lentitud del progreso militar ruso ya ha provocado una escalada de violencia indiscriminada que tiene como víctimas centros civiles, incluido una posible utilización de bombas térmicas que causaron tantísimo daño en Siria.

El riesgo es que, justo cuando se intensifique la brutalidad rusa, la determinación actual de Occidente se reduzca a una creciente resignación, si no a una indiferencia. Sí, continuaremos armando a las fuerzas de defensa de Ucrania (o a los rebeldes ucranianos, si el país cae bajo la ocupación rusa). Sí, incluso podríamos cortarnos por completo los suministros de petróleo y gas rusos. Sin embargo, es posible que no podamos evitar que la fuerza bruta de Putin arrase con uno de los países más grandes de Europa. Peor aún, una vez que una o ambas partes pidan la paz, podemos volver a caer en la trampa de Minsk al instar a los ucranianos a ser «razonables» y hacer concesiones a Rusia, tal vez ceder Luhansk y Donetsk o reconocer una Crimea rusa.

Para evitar que la entropía se haga realidad, necesitamos un plan que haga permanentes todas las medidas punitivas adoptadas contra Rusia, salvo la retirada completa de Rusia, por mucho que nos perjudiquen. Para poner fin a la cancerosa fantasmagoría de la nostalgia imperial rusa y evitar una guerra que involucraría a nuestros aliados de la OTAN, no es suficiente que los ucranianos luchen contra el Kremlin hasta llegar a un punto muerto y luego lleguen a un acuerdo político inaceptable; Rusia debe perder esta guerra de manera inequívoca y transparente.

Por esa razón, los estadounidenses y los europeos tienen que pensar en cómo intensificar aún más su respuesta si los rusos siguen el camino de destruir indiscriminadamente a la población ucraniana.

Antes de la invasión, el presidente Joe Biden y otros líderes occidentales básicamente descartaron el uso de la fuerza directa en Ucrania. Las razones eran comprensibles: nadie quiere una guerra con una potencia nuclear y ningún tratado obliga a Estados Unidos o a sus aliados europeos a salir en defensa de Ucrania.

Aún así, la decisión de descartar la participación militar occidental directa en Ucrania se tomó en un entorno geopolítico diferente al que ahora habitamos. Más importante, se basó en la suposición de que la perspectiva de sanciones duras y convertir a Rusia en paria mundial serían suficientes para disuadir a Putin, además de la perspectiva de un conflicto prolongado con un adversario capaz y más que dispuesto a defenderse.

Ahora se ha demostrado que esa suposición es incorrecta; de ahí la prisa actual de todos los gobiernos mínimamente responsables por apoyar y armar a Ucrania y castigar económicamente a Rusia. Pero, ¿qué pasa si incluso esas cosas no son suficientes para evitar que Putin conquiste Ucrania, incluso al precio de la violencia genocida, o para empujar aún más y poner a prueba la determinación de la OTAN de defender a sus propios miembros más adelante? La semana pasada, incluso el secretario de Estado, Antony Blinken, admitió que las ambiciones de Putin se extienden más allá de Ucrania, algo que debería ser obvio solo con las declaraciones públicas de Putin y, de hecho, con los ultimátum que entregó a Estados Unidos y la OTAN antes de la invasión.

En otras palabras, por mucho que queramos evitar un conflicto cinético directo con la potencia nuclear que es Rusia, es muy posible que ya estemos ahí.

De hecho, la pregunta relevante puede ser si retrocedemos ahora, en nuestros términos, o esperamos a que Putin haga el primer movimiento, en el lugar y el momento que él elija, lo que puede ser bastante peor para nosotros. La esperanza de que tal conflicto militar no sea necesario, sin importar qué tan beligerante demuestre ser Putin, porque se verá envuelto en una larga e impopular guerra en Ucrania es, una vez más, una ilusión infantil, no una estrategia seria.

Las cuestiones ante nosotros sobre una escalada de un conflicto con Rusia son angustiosas, pero no se vuelven más fáciles si evitamos las decisiones relevantes; todo lo contrario. La cuestión tampoco es binaria entre quedarse fuera y brindar asistencia desde el margen o participar con las tropas estadounidenses. Además de continuar armando a los ucranianos con todo el equipamiento que puedan usar, Occidente debe mostrar su voluntad de poner sobre la mesa otras opciones potencialmente más riesgosas, como la guerra cibernética agresiva, el uso de representantes, operaciones encubiertas y tal vez incluso la idea muy controvertida de hacer una zona de exclusión aérea sobre partes de Ucrania, además de dejar en claro que tenemos más tiempo, recursos y determinación para librar y ganar este conflicto que Putin al acumular una presencia militar suficiente en el flanco oriental de la OTAN.

Nos enfrentamos a una situación de enorme gravedad, pero una victoria rusa o un resultado ambiguo es completamente intolerable. También vale la pena recordar que, a pesar de todas las estúpidas críticas sobre los “pecados de comisión” de Estados Unidos en lugares como Irak, los pecados que crearon nuestra situación actual son pecados de OMISIÓN, desde la falta de claridad sobre las perspectivas reales de la integración de Ucrania en Occidente, hasta nuestra serie de «reinicios» con Rusia, a nuestra incapacidad para responder de manera más decisiva a las muchas depredaciones de Putin en el transcurso de la última década. En esta bitácora, yo lo he denunciado en decenas de ocasiones…ahí está la hemeroteca. Siempre he criticado la inacción, y advertí de que cuando Obama permitió todo eso en Ucrania, esto iba a ocurrir tarde o temprano.

¡Ya basta! Para que siga existiendo en Europa un orden pacífico y basado en un estado de derecho, esta agresión no puede quedar sin respuesta. Firmado por mí personalmente, hoy sábado 5 de marzo, a las 10:18 de la mañana, horario local de Virginia.